Una antigua dirigente de la disuelta banda terrorista ETA, Soledad Iparraguirre, fue condenada este viernes a 122 años de prisión por ordenar el asesinato de un oficial militar y suministrar los explosivos con los que se cometió el crimen.
Un tribunal de la Audiencia consideró a Iparraguirre, conocida por su alias “Anboto” y durante un tiempo jefa de los comandos de ETA, responsable de “dar la orden y suministrar los explosivos” para asesinar en 1995 al comandante del Ejército Luciano Cortizo.
El miembro de ETA que ejecutó el crimen, Sergio Polo, ya fue condenado previamente a 110 años de cárcel por el asesinato, cometido en pleno centro de la ciudad de León (noroeste) con una bomba adosada al automóvil de la víctima.
El tribunal basó su decisión en varias pruebas, entre ellas una carta en la que Iparraguirre daban instrucciones a Polo para la comisión del atentado, en el que también resultó herida de gravedad una hija del militar, de 18 años.
Este es el primero de los juicios a los que se enfrenta Anboto en España, donde la Justicia quiere juzgarla por su presunta responsabilidad en la comisión o encargo en un total de doce atentados terroristas.
Soledad Iparraguirre, de 59 años, fue detenida en 2004 en Francia, donde ejercía labores de responsabilidad en ETA. Allí fue condenada a una pena de cárcel por pertenencia y dirección de un grupo terrorista y, tras cumplir la sentencia, entregada en 2019 a las autoridades españolas. EFE