La ley adoptada en 2013 por el gobierno de Vladimir Putin en Rusia contra la “propaganda de relaciones sexuales no tradicionales” es utilizada a menudo para perseguir a los activistas LGBTQ+ y entre la juventud rusa funciona como un fuerte instrumento de opresión a la libertad sexual individual.
Por infobae.com
Esto, sumado a las políticas contra el “contenido adulto” de algunas redes sociales que pueden eliminar publicaciones por algún pezón a la vista, movilizó a un grupo de artistas a realizar un proyecto fotográfico que exponga al mundo que, pese a las maniobras de algunos de intentar ocultar las orientaciones sexuales “no tradicionales”, todas las personas son iguales, con las mismas necesidades, sentimientos y deseos.
En plena cuarentena por el coronavirus, el fotógrafo Nick Gavrilov y el colectivo creativo Generación Z coincidieron en que documentar la intimidad de la juventud en Rusia puede ser un manifiesto liberador y político. Y lo hicieron a través de su Proyecto X.
A través de una cámara web, Gavrilov y la productora Diana Spit se metieron en los espacios íntimos de tres parejas y de una joven soltera y captaron cómo el auto-aislamiento potenció sus búsquedas del placer y los mantuvo a una distancia segura de la vigilancia discriminatoria.
“En Rusia, el sexo sigue siendo tabú, algo de lo que no se habla y que se considera sucio y pecaminoso. La nueva generación también está sufriendo por la falta de educación sexual”, explicaron Gavrilov y Spit en un artículo de la revista VICE. “Era importante para nosotros incluir a diferentes parejas en el proyecto y ser inclusivos con las personas LGBTQ+. La cercanía y la intimidad es algo que nos concierne a todos”.
Bajo la llamada “ley de propaganda gay”, en Rusia no se permite la representación de la comunidad LGBTQ+ en la cultural masiva, ya sea en los medios de comunicación, en el espacio público o en la educación. El pasado 10 de julio la activista Yulia Tsvetkova fue condenada a una multa de 75.000 rublos (unos USD 1.100) por publicar una ilustración de dos muñecas rusas tomadas de la mano debajo de un arco iris, otra de la famosa catedral de San Basilio de Moscú con las letras LGTB y un dibujo de dos familias homosexuales sonrientes con niños, con el mensaje: “La familia es donde está el amor”.
El equipo del Proyecto X buscó cómo mostrar esta persecución, e intentar evitarla, y por eso eligió representar los espacios en los que la juventud rusa gay puede expresar libremente su amor: la intimidad de sus habitaciones.
“Creo que mucha gente en Rusia tiene miedo de hablar de su sexualidad porque la esconden. Estoy aquí para tratar de cambiar eso”, explicó Ismail, que participó en el rodaje con su novio Kirill, de 22 años. “Soy abiertamente gay y no me avergüenzo de ello. Me encanta amar y sentir, así que ¿por qué no compartir eso?”.
Conscientes de la condena a Yulia Tsvetkova por publicaciones online, los jóvenes fotografiados al desnudo comunican así que el amor, cuando está presionado a ser escondido puertas adentro, se convierte en una desafiante declaración de existencia.
“No veo ninguna razón para ocultar nada. Sí, soy sexy, soy gay, y me encanta que me fotografíen desnudo. La gente que no entiende esto está atascada en sus prejuicios y lo siento por ellos”, declaró Kirill a la revista VICE, que logró testimonios de todos los participantes. “Si no hablamos de estas cosas, nada va a cambiar. Mucha gente dice que con mi ejemplo les inspiro a ser más libres con sus cuerpos”.
Liza, de 22 años, fue fotografiada con su novia con una idea muy clara: “Para mí, este proyecto no se trataba tanto de la apertura como de capturar un punto de inflexión de nuestros tiempos a través del cuerpo, las relaciones y la tecnología. Cuando se trata de sexo, se nos enseñó sobre la vergüenza, pero nadie nos enseñó nunca sobre la atracción y la intimidad como parte de una relación humana sana, o sobre el cuerpo en el arte. Ciertamente es difícil ser uno mismo en Rusia”.
Un punto muy atractivo de este contexto es que para muchos jóvenes rusos el sexo ahora va más allá del placer privado y está relacionado con la libertad y el cambio social. “Estoy muy contenta de ver lo diferente que es nuestra percepción del sexo con respecto a la generación anterior”, dijo Irina, de 24 años, que fue fotografiada en solitario. “Creo que deberíamos seguir discutiendo libremente e introducir una educación sexual integral, para que la idea del consentimiento activo se convierta en algo normalizado”.
Dasha y Gosha, la pareja heterosexual del proyecto, participaron para contribuir al futuro del debate alrededor del sexo. “Fue divertido ver los comentarios de la gente de la generación anterior bajo estas fotografías… no vieron nada más que porno”, señaló Gosha. “Personalmente, no creo que los adolescentes rusos de ahora tengan problemas para hablar de sexo. Sólo tenemos que seguir contribuyendo a proyectos como éste para que estas discusiones sean comunes”.