El origen del coronavirus SARS-CoV-2 sigue siendo uno de los secretos mejor guardados de la biología. Develarlo es importante para prevenir futuras oleadas de COVID-19 y también para acallar teorías conspiranoicas. (Lea Compra de vacunas, un juego co cartas tapadas).
Al inicio de la pandemia se supo que el nuevo coronavirus comparte más del 96% de su genoma con un coronavirus que infecta murciélagos. Ahora, un trabajo de un equipo internacional ha intentado reconstruir el árbol genealógico del SARS-CoV-2.
Una versión previa del artículo ya había sido difundida a finales de marzo en el repositorio de preprints BiorXiv, y ahora el estudio se ha publicado en el último número de la revista Nature Microbiology. Sus resultados determinan que el linaje de ambos coronavirus se separó hace entre 40 y 70 años. Esto significa que el SARS-CoV-2 lleva bastantes décadas circulando indetectado entre los murciélagos. (Lea Vacuna, una promesa a medio camino).
Eso “se ve claramente en nuestros análisis”, escriben en su artículo los autores, que además lanzan una advertencia: en ese tiempo se pueden haber diferenciado más linajes con los rasgos adecuados para infectar a los humanos.
“Este largo periodo de divergencia sugiere que hay linajes víricos en murciélagos con potencial zoonótico que no han sido muestreados”, se afirma en el texto.
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