Un consorcio internacional en el que participan España, Estados Unidos, Brasil y México investiga y evalúa una herramienta fotónica para que los médicos puedan mejorar la gestión de los pacientes de COVID-19 en las unidades de cuidados intensivos (UCI).
Coordina este grupo el Instituto de Ciencias Fotónicas (ICFO), en el que participa el Hospital Parc Taulí de Sabadell (Barcelona).
El dispositivo biofotónico es no invasivo, portátil y fácil de usar y se plantea como posible herramienta clave para valorar la eficacia de tratamientos personalizados dirigidos a restablecer la salud de los vasos sanguíneos más pequeños de los pacientes.
Entre los muchos hallazgos e investigaciones sobre la COVID-19 en los últimos meses destaca que la salud microvascular, la de los valor sanguíneos más pequeños, puede jugar un papel clave en la evolución de la enfermedad en pacientes de COVID-19.
Al inicio del confinamiento en España, un equipo de investigadores del ICFO dirigido por el profesor de la institución catalana de investigación ICREA Turgut Durduran, expertos en el campo de la óptica difusa, se reunió para formular posibles ideas basadas en tecnologías fotónicas que pudieran contribuir a tratar adecuadamente a los pacientes de COVID-19.
Estos investigadores trabajaron a distancia para adaptar un dispositivo comercial de espectroscopia con luz en el infrarrojo cercano (en inglés, near infrared spectrosopy o NIRS) y dotarlo de algoritmos especializados para proporcionar una evaluación de la salud microvascular del paciente.
Turgut Durduran ha explicado que “trabajar en este proyecto durante el confinamiento fue fascinante y extremadamente rápido”.
Su equipo inició una colaboración con médicos intensivistas del Hospital Parc Taulí, liderados por el doctor Jaume Mesquida, y desarrolló un conjunto de hipótesis y protocolos destinados a poner a prueba la disfunción endotelial y microvascular en pacientes de COVID-19.
Esta colaboración fue posible gracias a tecnologías biofotónicas que utilizan luz en el infrarrojo cercano para medir la saturación de oxígeno, el volumen y el flujo sanguíneo.
El primer dispositivo se envió al Hospital Parc Taulí en marzo y se probó en pacientes de COVID-19, y poco después se constituyó un consorcio internacional, denominado HEMOCOVID-19, que coordina el ICFO.
El consorcio HEMOCOVID-19 utiliza la respuesta de la microvasculatura en los músculos periféricos del antebrazo a un bloqueo arterial prolongado (aplicado mediante un dispositivo similar al de un torniquete hinchable para medir la presión arterial) como biomarcador de salud endotelial y microvascular.
Gracias a este dispositivo portátil no invasivo, con batería incorporada y libre de cables, se pueden realizar medidas a lo largo de toda la estancia del paciente en la unidad de cuidados intensivos.
El objetivo es proporcionar herramientas para ayudar a los médicos en la atención a los pacientes y guiar el desarrollo de terapias dirigidas a mejorar la función endotelial, así como de terapias de rescate personalizadas, que juegan un papel crítico en la gestión de los enfermos graves.
El doctor Jaume Mesquida, médico e investigador principal en el proyecto por parte del Hospital Parc Taulí, ha considerado que “esto será muy útil no sólo para la estratificación del riesgo en pacientes de COVID-19 debido a las complicaciones relacionadas con el síndrome de estrés respiratorio agudo, sino también como herramienta para evaluar la eficacia de posibles nuevas terapias para la COVID-19”.
“A día de hoy no tenemos otros parámetros disponibles a pie de cama para supervisar la función endotelial y es probable que el uso de esta tecnología sea obligatorio para evaluar terapias dirigidas a la microcirculación, que parece ser muy importante en la COVID-19”, ha valorado.
A su juicio, es probable que estas medidas también puedan ser útiles en otras poblaciones con alteraciones endoteliales subyacentes o enfermedades inflamatorias, como es el caso en pacientes con choque séptico.
EFE