En las costas venezolanas ya se ha hecho recurrente la constante presencia de hidrocarburos derramados. Esta vez otra área de importancia para la conservación de la biodiversidad. Se trata de un derrame de crudo en las playas del este de Falcón, en la zona de Boca de Aroa y Tucacas. La mancha de petróleo hasta ahora es de aproximadamente de 4 km en las orillas, entre el sector que comprende desde el Puente Boca Vieja hasta Araguita en Golfo Triste.
Si de alguna tragedia ambiental, hemos aprendido pues aun aparecen secuelas, daños colaterales e impacto en la flora y fauna marina, es en el caso de los terribles derrames de petróleo.
Las experiencias en este tipo de desastres nos han demostrado que con simples jornadas de limpieza y saneamiento, las cuales son realizadas cuando el problema está a la vista, y sin una sincera investigación para cuantificar magnitudes, el impacto ambiental y deterioro ecológico es irreversible.
Está demostrado que la permanencia en el tiempo de petróleo en las costas y en cuerpos acuáticos, sufre un proceso de degradación progresiva que aumenta su agresiva afectación en los ecosistemas, con un complejo impacto ecológico.
En esta complejidad se ve afectado el ecosistema marino y submarino ya que una vez que el hidrocarburo impacta y al confrontar el resplandor del sol en el agua, se evapora. Una parte se convierte en gases, al extenderse y al final se tornasola aceitosa, se dispersa en la superficie hasta formar capas entre gruesas y delgadas que bloquean como una película impermeable, impidiendo el intercambio gaseoso del lecho marino . Posteriormente al desplazarse por la acción de los vientos llega a las orillas donde se emulsifica, es decir, forma una gelatina de agua y aceite con bolas de alquitrán densas, parecidas al asfalto.
A los pocos días de presentarse derrames en el agua, hemos encontrado muchas veces fauna marina afectada en la piel por petróleo.Nos preocupa la cantidad de aves que pueden quedar petrolizadas, y las variadas especies de fauna marina envenenadas o asfixiadas por los componentes químicos disueltos en el agua que además sabemos cómo impacta en la pesca artesanal.
Por lo general aun semanas después el petróleo llega al fondo, donde diversas especies y organismos mueren asfixiados generando “zonas muertas”.
Ante esta realidad los ambientalistas exigimos que la industria petrolera (PDVSA) asuma su responsabilidad y emitan el pronunciamiento oficial sobre el origen, tipo de crudo, volumen del derrame, así como el posible tiempo de permanencia del mismo.
La activación de planes de contingencia para evitar que el petróleo llegue al Parque Nacional Morrocoy y Refugio de Fauna Silvestre de Cuare, contaminando arrecifes de coral y manglares, así como la afectación de variadas especies de flora y fauna.
La elaboración de una evaluación transparente y participativa del incidente para desarrollar en conjunto con especialistas, sin improvisar, un plan de monitoreo, restauración y compensación ecosistémica.
Es el estado venezolano y la industria petrolera quienes deben contar con los recursos, desplazamiento de personal y tecnología para enfrentar este tipo de desastres e iniciar labores inmediatas, ya que la acción voluntaria para brindar colaboración se hace difícil trasladarla en tiempos de cuarentena por Covid-19 y en un país donde el combustible esta muy escaso.
Consejo Consultivo y Dirección General de la Fundación Azul Ambientalistas
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