Las autoridades bielorrusas confirmaron este miércoles la muerte de un manifestante detenido en medio de la brutal represión de las protestas contra los resultados de la elección presidencial del domingo.
El Comité de investigación indicó que este joven, de 25 años, murió en un hospital, sin precisar la fecha exacta, tras haber sido detenido el domingo en una “manifestación no autorizada” y después de que su estado de salud “se deteriorara de repente” durante el arresto.
La causa de la muerte es incierta, pero Radio Europa Libre/Radio Libertad señaló que la madre del joven dijo que tenía problemas de corazón y que había estado retenido durante horas en un auto policial.
La policía había informado de la muerte de otro manifestante al estallarle un artefacto que llevaba en la mano el lunes, por lo que se eleva a dos la cifra de muertos confirmados en las protestas.
La represión brutal ha sido la tónica contra las manifestaciones registradas en todo el país desde que el domingo se dio a conocer la victoria -por más de un 80% de los votos- del presidente, el autócrata Alexandre Lukashenko, en el poder desde hace 26 años.
Las autoridades cerraron este miércoles a cal y canto el centro de Minsk y prohibieron la circulación de peatones y automóviles, según periodistas de la AFP para evitar manifestaciones.
Antes, decenas de mujeres formaron cadenas humanas en dos lugares de la capital para denunciar la dura represión policial contra las protestas que contestan la reelección el 9 de agosto.
“Hay mujeres y menores heridos”, “Ustedes son también los hijos de alguien”, rezaban algunas de las pancartas que llevaban medio centenar de manifestantes vestidas de blanco y algunas con flores, en la calle Surganov, una arteria muy concurrida habitualmente de la capital que estaba prácticamente vacía esta noche.
La calma reinaba en la ciudad en comparación con las tres noches previas, en las que las fuerzas del orden detuvieron a unas 6.000 personas en el país, sin que se sepa cuántas permanecen detenidas.
Desde el domingo por la noche, la policía utiliza granadas y balas de caucho contra los manifestantes, mientras que en la ciudad de Brest (sureste) recurrió a balas reales, causando un herido. Unos 250 han sido ingresados en los hospitales. El acceso a internet se ha visto fuertemente perturbado.
En las redes sociales se han difundido vídeos de una violencia extrema de la policía contra los manifestantes, que el autócrata Lukashenko tilda de “desempleados con pasado criminal”.
El miércoles, la televisión pública divulgó un reportaje que mostraba a seis supuestos manifestantes con el rostro golpeado y esposados que aseguraban “que no querían hacer la revolución”.
Plan de mediación
Lituania, Letonia y Polonia, miembros de la Unión Europea y vecinos de Bielorrusia, presentaron el miércoles un plan de mediación que prevé la creación de un “consejo nacional” que reúna a representantes del gobierno y de la sociedad civil.
El presidente francés, Emmanuel Macron, también expresó “su gran preocupación por la situación” en este país durante una conversación telefónica con su homólogo ruso, Vladimir Putin, mientras que la cancillería alemana denunció el “clima de intimidación, miedo y violencia”.
Por su parte, el jefe de la diplomacia de EEUU, Mike Pompeo, de visita en Praga, dijo que el pueblo de Bielorrusia tiene derecho a disfrutar de “las libertades que reclama”. “Instamos a que los manifestantes no violentos sean protegidos”, dijo Pompeo a los periodistas.
De la misma opinión es alta comisionada de Derechos Humanos de la ONU, Michelle Bachelet, que condenó la represión: “La gente tiene el derecho a hablar y manifestar su desacuerdo”, aseguró en un comunicado.
El ministerio del Interior bielorruso estimó que la movilización está decayendo.
Según Alexandre Baunov, del centro Carnegie de Moscú, Lukashenko cuenta con la fidelidad de las tropas para reducir a los manifestantes ya que “controla todo el aparato represivo”.
La opositora Svetlana Tijanóvskaya, rival de Lukashenko en las presidenciales del domingo, reivindicó la victoria, antes de abandonar su país y refugiarse en Lituania lo que hizo, según su comando de campaña, bajo presión de las autoridades.
Según Oleg Gulak, del Comité de Helsinki de Bielorrusia, una ONG de defensa de los derechos humanos, nunca había habido una represión de “tal violencia” en el país.
El jefe de Estado, de 65 años, nunca ha dejado afianzarse a la oposición, que carece de representación parlamentaria. La última ola de protestas, en 2010, también fue severamente reprimida.
Tijanóvskaya, de 37 años novata en política, movilizó, para sorpresa general, en pocas semanas a decenas de miles de personas.
Esta profesora de inglés reemplazó en la carrera presidencial a su marido Serguéi, un conocido videobloguero, arrestado en mayo.
AFP