Los apagones de 2019 dejaron secuelas. Desde el 7 de marzo que el país quedó oscuro por al menos cinco días, la distribución de agua no volvió a ser la misma en El Paraíso, en el municipio Libertador de Caracas. El agua pasó de llegar dos veces a la semana a estar más de 10 días sin aparecer. Los vecinos ahorraban lo que se almacenaba en el tanque del edificio para distribuir 30 minutos diarios a los apartamentos.
Por Mariana Sofía Garcia | Crónica Uno
La idea de construir un pozo ya sonaba en las reuniones de condominio. Faltaba un motivo de peso, alguna situación crítica que los obligara a no tener más opción que gastar mucho dinero en un pozo profundo de agua. Y ocurrió. El agua dejó de llegar, y cuando llegaba, no tenía la suficiente fuerza como para llenar el tanque.
Entonces se organizaron: por un lado, buscaban la cotización del trabajo, y por el otro, hacían una encuesta para saber el porcentaje de aprobación de los propietarios. “Vimos que era muy costoso, así que evaluamos la posibilidad de aliarnos con otros edificios”, comentó la vecina Janett Batista y agregó que se unieron con dos edificios más y en total eran 55 familias.
El ingeniero Nelson Rojas, de la compañía Geonarf Consultor, explicó a Crónica.Uno que antes de perforar un pozo hay que hacer un estudio geofísico para ver si es posible la captación de agua subterránea en ese terreno a través de una metodología bipolar, que consiste en hacer sondeos eléctricos con impulsos de corriente. Así, determinan si es posible o no meter una máquina de perforación.
La calidad del agua subterránea al noreste de Caracas es buena. Según Rojas, el acuífero da abasto para perforar pozos, pero podría llegar a ser un arma de doble filo que tiene que someterse a una regulación, para evitar que se comiencen a abrir pozos a “diestra y siniestra” y prevenir que baje el caudal.
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