La novela entre Messi y el Barcelona ingresa en momentos decisivos. Jorge, el papá del astro argentino, viajó a Cataluña para negociar cara a cara con la dirigencia, en busca de destrabar lo que parece un punto de no retorno: el capitán se ampara en la cláusula del contrato que le permite marcharse en libertad de acción, mientras que el club asegura que la misma venció el 10 de junio, a pesar de que la temporada se extendió por la pandemia de coronavirus.
El atacante, de 33 años, venía negociando la renovación con el club (su contrato vencía en junio de 2021) hasta que suspendió las conversaciones, en medio de un año problemático en el club, a partir de los cambios de entrenador (Quique Setién reemplazó a Ernesto Valverde y ahora llegó Ronald Koeman), roces públicos con la dirigencia y resultados deportivos esquivos, que se coronaron en el 2-8 ante el Bayern Múnich por la Champions League.
La despedida de varios referentes afines a Messi (como Luis Suárez, Iván Rakitic o Arturo Vidal) no hizo más que abonar la postura de la Pulga, que ya venía tomando distancia de la gestión encabezada por Josep María Bartomeu por diferentes factores, como el armado errático de un plantel que no estuvo a la altura de las grandes batallas, el episodio de las críticas a los jugadores por parte de cuentas de redes sociales acusadas de responder al oficialismo en el Blaugrana o la comunicación compleja del recorte de los sueldos al plantel durante el parate por la crisis del COVID-19.
Pues bien, según publicó Cadena Ser, desde que Messi envió el burofax informando su deseo de marcharse no hubo más diálogo entre el capitán y Bartomeu. El cuestionado dirigente dejó trascender que si su figura es un impedimento para que el argentino continúe en el club, está dispuesto a dar un paso al costado, aunque sonó más a un movimiento para pasarle la pelota al futbolista más que un gesto sincero.
El medio español señala que uno de los temas que Messi no le perdona al conductor de la institución es el hecho de no haber agotado todas las instancias para repatriar a Neymar. Incluso especula con que la diferencia en las negociaciones llegó a ser “apenas” de 20 millones de euros, el mismo dinero que empleó Barcelona en fichar a Martin Braithwaite, quien apenas cosechó 403 minutos desde que aterrizó en Cataluña.
Y otro ítem que habría incrementado el ruido entre ambos fue el caso Antoine Griezmann, por el que el elenco culé pagó 120 millones de euros. Según Cadena Ser, Messi le preguntó a Bartomeu si tenía cerrado al francés tiempo antes de la confirmación, y el presidente le habría dicho que no. Tiempo después, ante el enojo del 10, habría argumentado que “en ese momento no lo podía reconocer porque la cláusula de Griezmann todavía no había bajado. Messi se sintió engañado por aquel entonces”.
Si bien el padre y los abogados de la estrella jugaron la carta de la libertad de acción (de hecho, el futbolista no se presentó a las primeras prácticas de la era Koeman), la intención es en el cara a cara con la dirigencia encontrar algún punto de encuentro para cerrar una salida consensuada, que puede incluir que le deje un dinero a la tesorería del Barcelona, aunque lejos de la cláusula de salida (que asciende a 700 millones de euros).
Hoy el Manchester City continúa apareciendo como la opción más potente para recibir a Messi. El PSG, Inter y Juventus aparecen más rezagados, pero de todas formas agazapados a la espera de los próximos pasos.