Guido Sosola: Érase un indulto

Guido Sosola: Érase un indulto

Guido Sosola @SosolaGuido

Ciertamente, sesgado, pero Jesús Sanoja Hernández, con una memoria personal y unos archivos envidiables, hubiese dicho mucho en torno a dos palabras ahora muy cotizadas, como el indulto y el sobreseimiento.

Sobre todo, el indulto asociado a un escándalo de la interinaria de Ramón J. Velásquez, tuvo un noble cuño desde los años sesenta del siglo anterior. En desuso políticamente, parece y sólo parece tener ese cuño ahora por el contexto de uso.

Quienes somos de la vieja escuela del Código de Enjuiciamiento Criminal (y de don F. S. Ángulo Ariza), aprendimos que el indulto aplica para las personas que ya han sido sentenciadas mediante una decisión definitivamente firme, y el sobreseimiento para las que están en ese proceso. Hoy, con el Código Procesal Penal, como lo observa mi amigo Antonio Vargas, trae el problema de una definición diferente para el indulto, ya que puede decretarse en cualquier estado de la causa (artículo 28); e, incluso, el término detenido trae sus bemoles, los propios de un código confuso. Sin embargo, apartando estos cánones jurídicos, luce necesario distinguir entre una vieja época y la actual para adoptar la providencia.

En efecto, los viejos indultos y sobreseimientos, desde finales de los sesenta, fueron decretados a favor de quienes se alzaron en armas – con el apoyo de Fidel Castro – para que se reincorporarán a la vida democrática y, por lo pronto, ya participando desde antes en las elecciones de 1968 (¿recuerdan al UPA?), tenían por delante lo que fue toda una exitosa política de pacificación; otra cosa es que se hayan aprovechado de ésta maliciosamente, por no citar que hubo efectivamente juicios que puntualmente los comprometieron. En este septiembre de 2020, que sepamos, los pretendidamente favorecidos por la usurpación, no se alzaron en armas, se les pide ayudar en las elecciones trapicheras del parlamento (no hay en marcha ninguna operación de paz y de estabilización, como refiere María Corina Machado), y ni siquiera puede hablarse de un enjuiciamiento (¿cuántos fueron efectivamente presentados a los tribunales, con audiencias preliminares y todo; cuántos con antiguas boletas de excarcelación?).

Un detalle final, los viejos indultos y sobreseimientos se traducían en libertad plena, y no las condicionadas de ahora, por lo que el conocimiento y el lenguaje jurídicos tienen alguna utilidad para la dirigencia política y los opinantes de oficio. Post-data: a propósito del “debate” público suscitado por la calculada medida de la usurpación, lamentamos el cruce digital de palabras, como los de Juan Carlos Caldera y Yon Goicoechea, aunque ambos reflejan fielmente la calidad alcanzada por la dirigencia opositora….De nada.

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