Alexander* buscó en al menos cuatro centros públicos integrales de Catia, al oeste de Caracas, la prueba rápida. La falta de reactivos le impidieron descartar bajo ese mecanismo si tenía Covid-19. Decidió acudir a una clínica y allí encontró su diagnóstico, o al menos la presunción, con otros exámenes alternativos.
Raylí Luján / La Patilla
Una placa de tórax, por demás obligatoria en pacientes con afecciones respiratorias, y una serología de anticuerpos fueron el aval para recetar un tratamiento en medio de los síntomas que el joven de 22 años ya presentaba.
El médico tratante en la Clínica Nueva Caracas, ya conocido por la familia, explicó que aunque el centro privado ya había solicitado con antelación los equipos para las pruebas PCR o rápidas, estas solo eran manejadas en los hospitales y CDI. Aún así, logró ubicar una de ellas y fue realizada a la hermana de Alexander, quien dio positivo.
A ambos se les indicó aislamiento en casa y antibióticos, que se vieron obligados a cambiar un par de veces, al no obtener resultados. El proceso de sanación fue lento. A la fecha, Alexander todavía no recupera el gusto ni el olfato y se cansa rápido.
Entre julio y agosto, se repitió la placa y los exámenes. Había mejora. También se dirigió nuevamente a un CDI, intentando conseguir la evaluación autorizada por las autoridades sanitarias, y allí un trabajador sanitario le confirmó que el tratamiento recetado era correcto y que ya no había necesidad de descartar con una prueba.
Algunos de sus vecinos tampoco corrieron con la suerte de la PCR. Se supo que presentaron los síntomas y se internaron en sus hogares aunque sin la confirmación de Covid-19.
En Turmero, estado Aragua, Valerio* vivió una situación similar. No pudo practicarse ninguna prueba PCR, por la ausencia en los centros públicos y privados, y con un examen de anticuerpos IgG e IgM pudo recibir un tratamiento de aspirina, antigripal, ibuprofeno, vitaminas C y D, así como reposo en casa.
A Mercedes*, en el centro de Caracas, sí le fue tomada la muestra para PCR en un centro clínico, sin embargo recibió tratamiento antes de que llegara el resultado. Incluso, fue dada de alta sin el diagnóstico oficial. Sus médicos tratantes no se permitieron que el retardo en evaluaciones por Covid-19, centralizadas por el Estado venezolano, les impidiera reaccionar a tiempo.
La radiografía de sus pulmones y exámenes de sangre bastaron para una decisión de manejo oportuna. La mujer de 39 años regresó así a casa, considerándose una paciente recuperada de Covid-19, aunque sin diagnóstico ni presencia en las cifras oficiales que ofrece cada noche el régimen venezolano.
El doctor Jaime Lorenzo, director ejecutivo de Médicos Unidos de Venezuela, sostiene que aunque una radiografía de tórax siempre resulta obligatoria en todo paciente con síntomas respiratorios y sospechosos de Covid-19, ésta junto a serologías de anticuerpos, dependiendo de la especificidad, han permitido en el país ir confirmando el virus, “bajo presunción diagnóstica y decisiones de manejo”.
Aún así, insiste en que el gold standard para Covid-19 sigue siendo la PCR del hisopado nasofaríngeo para un resultado completamente confiable, precisamente cuando resulta tan necesario descartar otras infecciones, con el objetivo de recetar anticoagulantes.