La pesadilla es recurrente y la acecha desde hace décadas. María sueña con bebés que están en peligro. Intenta ayudarlos, dice, pero no es capaz de hacerlo. En sus sueños la mujer sufre. Cuando se despierta la sensación no es muy diferente. “Me levanto sabiendo que no he hecho nada, que no tengo nada”, cuenta a Infobae.
Por infobae.com
Su nombre completo es María Mercedes Bueno Morales y su historia representa a miles de madres españolas que, durante el régimen franquista, fueron separadas de sus bebés en hospitales o clínicas y, también, a través de procesos de adopción irregulares. Lo peor: algunos de estos episodios también ocurrieron en democracia, luego de la muerte de Francisco Franco.
La lucha silenciada de las víctimas de la dictadura española cobró notoriedad tras el estreno en Netflix de “El silencio de Otros” (2018). Producido por Pedro Almodóvar y dirigido por Almudena Carracedo y Robert Bahar, el documental ganador del Goya al Mejor Largometraje Documental y de dos premios Emmy, pone rostros a las historias como la de María Bueno que, hasta el día de hoy, continúan buscando Justicia.
Desde 2011, María Bueno preside la Asociación por la Lucha de Madres por Bebés Robados de Andalucía (ALUMBRA) y el foro internacional de Víctimas por Desapariciones Forzadas Infantiles “Te Estamos Buscando”. Accedió a un reportaje con Infobae para contar el tormento que vivió hace cuarenta años y del que, lamentablemente, poco se habla en su país.
“Aquí no se le ha dado visibilidad, ni se ha educado a la ciudadanía en las barbaridades que se cometieron. No existe la Memoria”, lamenta.
EL ORIGEN
Cuando el Régimen Franquista irrumpió en España, allá por 1935, María Bueno aun no había nacido. Entrada su adolescencia, y con la dictadura casi llegando a su fin, la joven criada en una familia de “mujeres fuertes y peleonas” empezó a estudiar Derecho y a militar para reivindicar la igualdad de género.
En 1981, cuando tenía 20 años, quedó embarazada y eligió ser madre soltera. A partir de ese momento, asegura, se convirtió en el blanco perfecto de un plan siniestro. “La dictadura terminó, entre comillas, en el año ’78. ¿Por qué digo entre comillas? Pues nadie puede creer que, después de 40 años, eso haya acabado de un día para el otro”, explica María acerca de lo que se vivía en su país a comienzos de la década del ’80.
“Aquellos poderes establecidos a lo largo de cuatro décadas seguían en los mismos sillones, en los mismos despachos, en los mismos hospitales y en los mismos ministerios. En ese contexto, las madres solteras estaban absolutamente estigmatizadas”, dice.
NOCHE NEGRA
Se terminaba el año 1981. Despue?s de un embarazo sin problemas, María empezo? a tener algunas contracciones y acudio? a su gineco?logo, el mismo que la habi?a controlado durante los nueve meses. Tras revisarla con un estetoscopio, el hombre le dijo que su bebe? estaba muerto y que su vida corría peligro.
Sin embargo, en vez de internarla de urgencia, le pidió que regresara al día siguiente.
El 24 de diciembre, Bueno fue ingresada al Hospital Municipal de La Línea de la Concepción, ubicado en la provincia de Cádiz (España), donde le asignaron una habitación privada. “Llegué por la mañana y recién me bajaron al paritorio a eso de las seis o siete de la tarde, cuando ya era de noche”, cuenta María y eso es lo único que recuerda porque la sedaron tanto, que recién se desperto? al día siguiente.
En su cuerpo, sospechosamente, no había rastros de ninguna cesárea.
Esa man?ana de Navidad, mientras Bueno se recuperaba de la trágica noticia, una monja que oficiaba de enfermera golpeó la puerta de la habitación y le preguntó si le habi?an trai?do al bebe? para darle el pecho. María creyó estar soñando. “¿De qué bebe? me está hablando? Si el mío ha nacido muerto”, le contestó. Minutos después, recuerda, la misma monja volvió a entrar a la habitación con una figura de porcelana del niño Jesús envuelta en una manta. “Dale un beso, él te consolará”, le dijo.
“Me marché de ese hospital destrozada creyendo que mi hija, a la que nunca pude ver, había muerto. No me atreví a preguntar, me daba miedo preguntar. Después entré en un hermetismo absoluto y torturador. Durante seis meses no salí de casa, ni vi a mis amigas. No quería saber nada del mundo. Todo mi hacer diario era llorar, llorar y llorar”, cuenta María a Infobae.
EL CLICK
Treinta an?os despue?s de aquel episodio, ya casada y con dos hijos (Rocío de 36 y Carlos de 25), María empezó a tener algunos problemas de salud y su doctor le pidió repasar su historial médico. Ese, dice, fue el puntapié para recuperar el archivo de su primer parto.
Pero en vez de encontrar respuestas, sólo aparecieron más interrogantes.
“Me puse a buscar en Internet y empecé a leer historias de niños que, supuestamente, habían fallecido en el Hospital Municipal. Para mi sorpresa, se decía que habían sido robados”, cuenta María acerca de, lo que después supo, fueron desapariciones forzadas infantiles.
En compañía de su marido, José González, la mujer decidió ir al cementerio donde tenía que estar enterrada su hija. “Le pedí al funcionario de turno que me enseñara los libros de registros para ver dónde estaba inscripta. ¿Qué pasó? Pues no había ninguna inscripción. Ni del día 24 de diciembre del ’81, ni del día 25, ni del día 26, ni del día 27… Estaba tan atónita, tan en shock, que pedí el libro del año ’80, del año 82. Me volví loca con libros a mi alrededor. Era una escena dantesca”, recuerda.
Semanas después, desde el Ayuntamiento, le confirmaron que su hija no estaba en el cementerio: que nunca entró.
LA BÚSQUEDA
En la actualidad, mujeres de todas partes de España se identifican con el relato María Bueno y aseguran haber atravesado episodios similares. Todas sueñan con encontrar a sus hijos.
“Los buscamos porque forman parte de nuestra Memoria, de nuestra Memoria viva. Porque aún recordamos sus cabecitas a través de nuestra tripa y de nuestra piel, moviéndose, porque aún recordamos cómo llenábamos los cajones, con la ropa bien perfumadita y siempre arregladita por si el parto se adelantaba”, dice Bueno y se llenan los ojos de agua.
Según María, el caso de las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo de Argentina funcionó como una guía y un ejemplo para la Asociación por la Lucha de Madres por Bebés Robados de Andalucía (ALUMBRA), que preside actualmente.
“Para nosotros, Estela de Carlotto es una figura emblemática. Hay muchísimas personas de Argentina que se han puesto en contacto con ALUMBRA y nos ha ayudado muchísimo, creando talleres y dándonos herramientas emocionales para aliviar un poquito ese dolor que sentimos”, apunta Bueno y destaca la creación del Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG) de nuestro país.
“Aquí, en España, no tenemos nada de eso. Incluso tampoco se sabe con certeza cuántos bebés fueron apropiados. El auto judicial del juez Baltazar Garzón del año 2008 cuantificó la desaparición forzada de niños entre el año ’44 y el año ’54. Solo en ese marco temporal se calculan cerca de 30 mil”, dice.
En comunicación con Infobae, la abogada Elizabeth Gómez Alcorta, actual ministra de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación Argentina, da testimonio del vínculo con ALUMBRA.
“Me puse a disposición de la Asociación, sobre todo por todo el trabajo que nuestro país lleva hecho tanto en políticas de Memoria, como de Verdad y también en el ámbito judicial”, cuenta Gómez Alcorta y sostiene que, aunque a la distancia, incentivan a las mujeres españolas a no bajar los brazos. “Les hicimos saber que, aquí en Argentina, también tardaron muchas décadas en poder tener un poquito de Verdad y un poquito de Justicia. La clave es no aflojar con la lucha”, agrega.
Mientras tanto, el próximo 24 de diciembre, María Bueno hará lo mismo que hace 39 años: comprar flores para celebrar el cumpleaños de su hija, cuyo rostro jamás conoció.