Al ver los rostros y miradas de las personas en las calles, negocios, transporte público, entre otros lugares, se puede notar el daño no cuantificable causado por la tiranía socialista. Son escenas que solo podíamos imaginar en otras regiones, lejanas o de épocas pasadas, también en materiales audio visuales que parecían irreales. Lo cierto es que nadie en Venezuela puede escapar de la realidad, cuando lo peor del mundo ha hecho nido en el país.
La estructura “institucional” aunque no sirve para nada en términos de gestión pública, servicios a la ciudadanía, transparencia, ejercicio de la autoridad y administración pública, entre otras funciones, se puede notar que las instituciones públicas están sirviendo de verdaderos centros de coordinación de acciones de baja intensidad, dirigidas desde los centros de control del conglomerado criminal, para operar directamente sobre la población, a la cual están muy cerca por razones obvias.
La mayoría de la población, observa asombrada la desdicha de personas las cuales sufren las mismas vejaciones del régimen, pero sirviéndoles a este último, como bajos operadores del chantaje y amedrentamiento. No ha sido inusual ni extraño este comportamiento, ocurrido bajo regímenes criminales, al final ellos mismos sienten los rigores de la historia que se les regresa, una especie de karma por sus malas acciones.
Las actividades de calle con las que se jactan los jerarcas del mal, ya no existen, salvo que se trate de las acciones de los cuerpos de seguridad y sus actuaciones ya identificadas por el mundo entero por ser violadoras de los derechos humanos y cometer crímenes de lesa humanidad. Las mismas unidades de transporte militar se encuentran seriamente afectadas para sus movilizaciones por el escaso combustible. También, la baja disponibilidad de recursos económicos para mantener a individuos de ciertos cargos en instituciones públicas y a sus operadores políticos a nivel de comunidades.
Básica y casi exclusivamente, el conglomerado criminal utiliza lo que regímenes totalitarios en otros países aplicaron en términos de mantener su statu quo económico y control de la sociedad: la servidumbre y el esclavismo al más bajo nivel, las trazas de lo que alguna vez fueron conciudadanos.