Entiendo que es duro admitirlo. Pero los resultados electorales en EE. UU han producido, al menos, una consecuencia directa, muy dura y clara, sobre Venezuela: la desesperación del radicalismo al dejarlo sin política, ha explotado la burbuja de una invasión de marines para la liberación provocando histeria general que pronto aterrizará en frustacion, aceptación y luto. Este efecto arrastrará al propio G-4, que tras abandonar la ruta electoral fue cayendo paulatinamente en los brazos del extremismo, hasta rendirse perdiendo brújula e identidad política. Queda así herida de muerte la llamada «consulta popular» al caer su soñada utilidad para abrir las puertas del país a una ilusoria llegada de fuerzas militares extranjeras liberadoras. El resto de las consecuencias serán más fuertes de no haber un esfuerzo de la dirigencia política por aceptar la terca realidad que siempre termina por imponerse y dejarse de andar soñando con pajaritos preñados. Sin capacidad para imponer una salida por la fuerza se debe aceptar que el único camino es el de la ruta electoral por la vía de la negociación con un discurso y un accionar político claramente opositor, sin dejar de entender que al interior del régimen también de cuecen habas y debemos aprovechar sus conflictos internos. Esta obligada corrección política tendrá que derivar en un giro de nuestra politica internacional hacia la construcción del entendimiento de los EE.UU y Latinoamérica con la Comunidad Europea para que enfilen sus baterías a presionar unas elecciones libres. Así de sencillo. Es imperativo comprenderlo. Hacerlo supone un esfuerzo por reconstruir las relaciones inter e intrapartidistas en una suerte de paciente labor de alfarero para producir todo lo necesario con el barro de la politica como nuestro principal material de trabajo. Igual esfuerzo habrá de hacerse en la reconstrucción del tejido social donde los fuerzas y organizaciones sociales no sean meros ornamentos de los partidos. Así, solo así, podremos corregir errores, de los que ninguno de nosotros está exento, y dar pasos hacia un «Vuelvan caras por el voto» en una clara «ruta electoral» sin espacio para el aventurerismo. Aprovechemos la oportunidad y pongamos cable a tierra.
Corto y Picante: “Cable a tierra, por favor” Por José Luis Farías
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