Los venezolanos, desesperados por combustible después de meses de escasez, han comenzado a robar crudo de campos inactivos propiedad de la estatal Petróleos de Venezuela y a destilar gasolina casera, según dos trabajadores de Pdvsa y media docena de personas familiarizadas con la práctica.
La cantidad de crudo robado es una pequeña fracción de la producción de Venezuela, pero la actividad es una muestra de la crisis de la petrolera estatal Pdvsa, que ya no puede abastecer de combustible a la población del país.
La alguna vez formidable red de refinación de 1,3 millones de barriles por día (bpd) de Venezuela se ha derrumbado, las instalaciones de refinación y petróleo tienen poca seguridad o mantenimiento y la empresa no puede retener trabajadores calificados a medida que se erosiona el valor de los salarios.
Bajo la presión de las sanciones de Estados Unidos, en el marco del esfuerzo de Washington por sacar del poder al presidente Nicolás Maduro, la producción de crudo de Venezuela cayó a solo 397.000 bpd en septiembre, por debajo de los 1,2 millones de bpd previos a la imposición de sanciones en enero de 2019 y el nivel más bajo desde los años 30.
Las sanciones limitan las importaciones de gasolina, lo que obliga a los venezolanos a esperar en monumentales filas fuera de las gasolineras. Muchos ciudadanos consideran la escasez como una amarga indignidad en un país de la OPEP que tiene, según algunas medidas, las mayores reservas de crudo del mundo.
La cadena de suministro de la llamada “gasolina artesanal” comienza en campos petroleros como La Concepción, en el occidental estado de Zulia, que producía hace 15 años más de 12.000 barriles de crudo liviano de alto valor.
El campo ha estado inactivo durante dos años por el deterioro de Pdvsa, que alguna vez fue una de las 10 principales compañías petroleras del mundo por producción de crudo y un importante exportador.
ACTIVIDADES EXIGENTES
Ahora sobresalen pequeños tubos de los agujeros perforados en las tuberías que se construyeron para transportar el crudo de La Concepción a los tanques de almacenamiento y las instalaciones de exportación.
Los tubos llevan el petróleo a rudimentarias refinerías en patios traseros de un pueblo cercano, según Danny, un trabajador de Pdvsa que pidió ser identificado sólo por su nombre de pila.
Los empleados de PDVSA, que ganan solo unos pocos dólares por mes, aceptan pequeños sobornos para hacer la vista gorda ante el robo, dijo Danny.
Las fuerzas de seguridad apenas se molestan en proteger las instalaciones inactivas, un patrón que se repite en toda Venezuela, donde el robo de equipos de los campos petroleros se ha vuelto común durante el colapso económico del país, que ya lleva seis años.
“Obviamente la gente se está robando el petróleo, que es su única riqueza para solucionar sus problemas”, dijo Danny.
PDVSA no respondió a una solicitud de comentarios. Un exejecutivo de la empresa estimó que se roban menos de 1.000 bpd de crudo, menos del 1% de la producción total.
La estatal petrolera lleva meses intentando reparar refinerías que se encuentran en mal estado debido a la falta de fondos para el mantenimiento y la compra de repuestos. Los esfuerzos han estado plagados de derrames de petróleo, fugas de gas e incendios que han lesionado a trabajadores.
La compañía logró reiniciar la producción de gasolina en sus refinerías Cardón, con capacidad de 310.000 bpd, y El Palito, de 146.000 bpd, en junio y julio, respectivamente, pero ambas han sufrido múltiples paradas no planificadas en los meses posteriores, lo que ha resultado en una producción intermitente de combustible.
“Con hambre no podemos cumplir estas actividades que son tan exigentes”, dijo Freddy Camacho, un ingeniero que ha trabajado en el esfuerzo para reanudar las operaciones en la refinería de Cardón y repara refrigeradores para obtener dinero extra.
Maduro culpa a las sanciones por la escasez de gasolina, pero dice que Venezuela debe impulsar la producción de combustible.
“EL FLACO”
Hasta este año, los venezolanos no tenían necesidad de robar crudo para fabricar su propio combustible.
Actividades similares han sido comunes durante mucho tiempo en Nigeria, donde decenas de refinerías ilegales procesan crudo robado de oleoductos. En otros países latinoamericanos productores de petróleo, como México y Brasil, es común que las bandas criminales roben combustible de los oleoductos que salen de las refinerías, en lugar de tomar la materia prima.
En Venezuela, el combustible abundante durante décadas había sido esencialmente gratuito gracias a los subsidios estatales. Pero tal situación era un recuerdo lejano a principios de agosto, cuando Jaime, un productor de leche en Zulia, necesitaba enviar queso al mercado de Maracaibo, la capital del estado, pero no pudo encontrar gasolina para conducir hasta allí.
Un vecino le sugirió que llamara a un hombre conocido como “El Flaco” en la cercana ciudad de La Concepción. Jaime no le preguntó a “El Flaco” de dónde venía la gasolina, pero sí era consciente del creciente robo de crudo y refinaciones improvisadas que se están produciendo en Zulia.
“Eso lo sacan de unos pozos de petróleo que hay en La Concepción, ponen a hervir eso y la pasan por unos tubos de cobre, lo que suda es el líquido que le venden a uno”, dijo Jaime a Reuters con la condición de que no se publicara su apellido.
Danny, así como otro trabajador de Pdvsa y varias personas cuyos familiares están involucrados en la actividad, describieron el proceso a Reuters.
En el campo, los ladrones perforan las tuberías y, sosteniendo un soplete debajo de la tubería, calientan el crudo para que fluya hacia tubos más pequeños que insertan en el agujero perforado. En las redes sociales han circulado videos de las refinerías clandestinas.
En uno de esos videos, se ve un pequeño fuego ardiendo debajo de dos botes negros sostenidos en un barril oxidado, con una serie de pequeños tubos que transportan líquido transparente en cubos. Un tubo más grande, enterrado bajo tierra, transporta ese líquido a latas de gas blanco.
Jorge León, un ingeniero especializado en seguridad industrial para la industria petrolera, dijo que el fluido que extraen las refinerías improvisadas es químicamente volátil y carece de los aditivos que normalmente se agregan a la gasolina para garantizar la seguridad de los motores de los automóviles.
“Es muy volátil y sin aditivos es más peligroso todavía. No solo pueden dañar los motores, sino que pueden ocasionar explosiones de vehículos”, dijo León.
La gasolina artesanal que Jaime compró a “El Flaco” no resultó ser una solución viable. “La camioneta anduvo bien un par de días, pero al tercero, comenzó a hacer como disparos en el motor y no prendió mas. Se me dañó el motor”, agregó. Reuters