Una enfermera de hospital adoptó a una niña abandonada diagnosticada con hidranencefalia, que viviría solo por un año debido a su condición. Pero ella decidió ser su mamá para poder darle una familia y el amor que necesitaba hasta el último día.
Por Romina García / The Epoch Times
Nuria Pérez, de Santa Lucia, Tucumán, Argentina, una enfermera del hospital Eva Perón, a sus 28 años conoció a Zoe, un día de mayo de 2014, durante su jornada normal de trabajo en Neonatología al repasar cuna por cuna a los bebés.
Pérez observó la carpeta de diagnóstico donde decía que la beba tenía dos meses y que tenía “hidranencefalia”, es decir, en vez de hemisferios cerebrales tenía dos bolsitas con líquido, de acuerdo a Infobae. “Su expectativa de vida era muy pequeña, un año más o menos y en “causa social, decía: abandono”, dijo Pérez al medio de comunicación.
La niña continúo creciendo al pasar los meses en esa cuna estrecha de hospital.
“Al no tener sus hemisferios formados no podía ver, tampoco escuchar, obviamente no iba a poder caminar. Pero sí tenía formado el tronco cerebral, lo que hacía que el funcionamiento de sus pulmoncitos y de su corazón estuvieran activos”, explicó Pérez.
La enfermera, mamá de un hijo que en ese entonces tenía 9 años, separada, sabía que la niña necesitaba cuidados especiales, pero que el amor y la contención de una familia, era importante para Zoe.
“Los niños en esa situación siempre son particulares para nosotros, el contacto es bastante mayor que el que tenemos con un bebé que tiene a su mamá y su papá para que lo asistan. Zoe no era mi paciente, pocas veces la asistí, pero igual siempre pasaba a verla y me quedaba un ratito con ella”, dijo Pérez al mismo medio.
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