Rubén Sandoval, un ex integrante de la Armada de Chile, ha revelado recientemente cómo son los brutales ritos de tortura y vejámenes realizados contra los cadetes de una escuela de instrucción.
Por Infobae
La denuncia hecha a través de un canal de televisión local no dejó indiferente a nadie debido al nivel de violencia exhibido en los registros en los que se puede ver cómo se agrede a integrantes de la Escuela Naval. Grabaciones que fueron divulgadas hace un mes y que fueron desestimadas por la rama del Ejército por tratarse, según ellos, de el ejercicio de “un momento de camaradería” que está lejos de ser una tortura o similar. Sin embargo, un oficial en retiro decidió hablar y denunciar que este tipo de prácticas son habituales y, que para él, decir la verdad es “una responsabilidad”.
Los registros fueron difundidos por los propios cadetes de la Armada y se ve en ellos cómo se ejercen prácticas abusivas y violentas durante el periodo de formación en la Escuela Naval. Tras la información revelada, no fue consignado por la institución ningún tipo de medida disciplinaria contra los involucrados ni para con los oficiales a cargo, tampoco se ha avisado sobre algún tipo de sumario que termine ofreciendo más información respecto a los hechos.
En la entrevista Sandoval, el oficial en retiro de la generación que protagonizó las agresiones, entrega su relato visiblemente conmovido por el recuerdo de lo que significó para él este tipo de experiencias. “La idea es torturar y dejar esa rabia que tú tenías contenida, desquitarla en alguien indefenso, y pueden hacer perfectamente todo lo que quieran”, cuenta.
Dentro de los detalles de la experiencia de las que fue testigo, Rubén afirma que a los cadetes a los que se les sometía a estos vejámenes además “no se les alimenta, no se les da agua, los desnudan, les ponen audífonos con la música más fuerte que tengas como heavy metal durante horas para que esta persona se vuelva loca. Basta con estar en el lugar incorrecto, en el momento inapropiado, para que a uno lo atrapen y lo torturen durante días”, declara.
Cuando aparecieron los registros, la Armada se remitió a enviar un comunicado de prensa en el que aclaraba que estos videos habían sido grabados durante el año 2018, y que posteriormente no se habían producido nuevos hechos. Sin embargo, otras publicaciones registran comentarios de los involucrados que los sitúan en el 2019. No hubo pronunciamientos posteriores que lo afirmaran o negaran por parte de la institución, sí ahora, cuando el oficial en retiro decide contar la verdad ante las cámaras de un equipo periodístico.
https://twitter.com/Movilh/status/1321444554776694785
“Durante toda la semana los oficiales hacen vista gorda, diciendo que de tal a tal hora no van a estar en tal parte. Pueden a uno amarrarlo de pies y manos, golpearte con cinturones o con las manos, y son parte también de esta tradición, son parte de las cosas que los oficiales avalan”, revela.
Al ser consultada por segunda vez la Armada de Chile no estuvo disponible para dar una entrevista, pero sí dio una declaración en la que el capitán Leonardo Chávez, director de Comunicaciones de la rama del Ejército, entregó su versión. “Los hechos se enmarcan en un contexto de camaradería propia del aniversario de la Escuela, similares a los mechoneos universitarios, estando prohibidos los golpes y contactos directos entre los participantes”, afirmó.
Lo que a la luz de los registros no se cumple, ya que pueden verse en ellos no sólo golpes, sino formas de tortura que buscan no dejar marca, tal como lo denuncia el propio Sandoval. “Lo único que decían los oficiales a cargo era que torturaran, pero que torturaran con formas que no les deje marcas”, contó.
El abogado experto en Derechos Humanos, Sergio Fuenzalida, cuenta en el reporte que este tipo de acciones son propias de una “cultura del abuso” que está instalada en este tipo de acciones. “Es complejo lo que se ve en las imágenes porque da cuenta de una cultura del abuso que es complejo y que no es consistente con el compromiso que deberían tener las Fuerzas Armadas con el respeto irrestricto a los Derechos Humanos y sobre todo con la lucha contra la tortura y los tratos denigrantes e inhumanos”, declaró.
En marzo de 2019 en la ciudad de Iquique, ubicada a 1.750 kilómetros de Santiago, la historia del conscripto Marco Antonio Velásquez González de 18 años, causó revuelo. En la Escuela de Caballería Blindada del Ejército de esa ciudad, el aspirante mató a un cabo y un sargento de su repartición de ocho disparos y luego se suicidó. El hermano del atacante, Diego Velázquez, contó que su hermano ya había intentado quitarse la vida un mes y medio antes.
“Lo pillaron pasado de bala, él estaba con psicólogo y psiquiatra y debieron darlo de baja y no quisieron, lo castigaron sin salir a la calle y en la noche le tocaba guardia a otro conscripto y lo mandaron a él cuando no le correspondía. Yo entiendo que los mató porque lo estaban molestando, mi hermano no tuvo la culpa de nada”, dijo.
Lo que a la luz de los registros no se cumple, ya que pueden verse en ellos no sólo golpes, sino formas de tortura que buscan no dejar marca, tal como lo denuncia el propio Sandoval. “Lo único que decían los oficiales a cargo era que torturaran, pero que torturaran con formas que no les deje marcas”, contó.
El abogado experto en Derechos Humanos, Sergio Fuenzalida, cuenta en el reporte que este tipo de acciones son propias de una “cultura del abuso” que está instalada en este tipo de acciones. “Es complejo lo que se ve en las imágenes porque da cuenta de una cultura del abuso que es complejo y que no es consistente con el compromiso que deberían tener las Fuerzas Armadas con el respeto irrestricto a los Derechos Humanos y sobre todo con la lucha contra la tortura y los tratos denigrantes e inhumanos”, declaró.
En marzo de 2019 en la ciudad de Iquique, ubicada a 1.750 kilómetros de Santiago, la historia del conscripto Marco Antonio Velásquez González de 18 años, causó revuelo. En la Escuela de Caballería Blindada del Ejército de esa ciudad, el aspirante mató a un cabo y un sargento de su repartición de ocho disparos y luego se suicidó. El hermano del atacante, Diego Velázquez, contó que su hermano ya había intentado quitarse la vida un mes y medio antes.
“Lo pillaron pasado de bala, él estaba con psicólogo y psiquiatra y debieron darlo de baja y no quisieron, lo castigaron sin salir a la calle y en la noche le tocaba guardia a otro conscripto y lo mandaron a él cuando no le correspondía. Yo entiendo que los mató porque lo estaban molestando, mi hermano no tuvo la culpa de nada”, dijo.