Conforme fue creciendo el negocio de las drogas en México, las mujeres comenzaron a tener papeles cada vez más protagónicos y violentos. Tanto que desde 2011 la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés) incluyó a 14 mujeres mexicanas en su lista de delincuentes más buscados.
Sin embargo, una mujer de esa lista destaca por permanecer en la cima del narcotráfico. Se trata de Enedina Arellano Félix, jefa única del Cártel de Tijuana. De 59 años, la llaman la Jefa, La Madrina o la Narcomami y su mano derecha es su propio hijo.
Durante los años 80 y 90, ella era la responsable financiera y del lavado de dinero del cártel que operaban sus hermanos Ramón, Francisco Rafael, Benjamín y Francisco Javier Arellano Félix. Desde 2008 se convirtió en la líder tras la aprehensión de hermano Eduardo Arellano.
Es contadora y junto con su esposo, Luis Toledo Carrejo, tiene compañías en Tijuana (ciudad fronteriza con Estados Unidos), mediante las cuales lava dinero proveniente de las ganancias ilícitas del narcotráfico, según un reporte de Time. Las autoridades dicen de ella que tuvo una visión un tanto distinta del negocio, pues no se interesó en fomentar guerras: su objetivo son las alianzas que le han permitido operar con cierta calma.
Se sabe que es una mujer que habla poco y evita las excentricidades de otros capos y suele levantarse muy temprano. En 2003 el periodista asesinado, Jesús Blancornelas, escribió que siempre había asesorado a sus hermanos con el lavado de dinero.
La Reina del Pacífico
Otra mujer notoria fue Sandra Ávila Beltrán, la Reina del Pacífico, quien fue detenida el 28 de septiembre de 2007 y liberada en 2015, luego de cumplir primero cinco años de condena por la operación de recursos de procedencia ilícita en México y después ser extraditada a Estados Unidos, donde se le condenó a 70 meses en prisión.
Nació en Mexicalli, Baja California, en 1960. Sus padres, María Luisa Beltrán Félix, y Alfonso Ávila Quintero, fundador del Cártel Guadalajara, le abrieron la puerta en el mundo del tráfico de drogas: le revelaron los movimientos financieros y las negociaciones con organizaciones criminales.
Ávila Beltrán, sobre quien se ha tejido un mito de historias, quería ser periodista. A los 18 años se inscribió en la escuela Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma de Guadalajara, que en ese entonces, al inicio de los 80, tenía poco de inaugurada.
Solía llegar tarde a clases, casi siempre dos horas después de iniciada la jornada. Entraba en silencio y se sentaba en la primer banca disponible. De actitud callada, con pocos amigas y desconfiada, Sandra no pasaba desapercibida. A esa universidad privada, solía llegar a bordo de autos lujosos.
Tiempo después, las sospechas parecieron confirmarse cuando la también conocida como “Reina del Pacífico” fue acusada de manejar las finanzas del Cártel de Sinaloa, así como de organizar una operación para traficar toneladas de cocaína a Estados Unidos.
En abril de 2013, frente a una corte en Miami (Estados Unidos), Sandra Ávila se declaró culpable del tráfico de cocaína.
Los registros judiciales probaron que la mexicana fue un accesorio importante en una organización que incluía a su entonces novio, Juan Diego Espinosa Ramírez.
Tras pasar siete años en prisión, la “Reina del Pacífico” contó en entrevista para The Guardian todos los pormenores de su vida, en donde arremetió contra los políticos mexicanos, criticó la prohibición de las drogas y celebró su salida de la cárcel.
El vivir como fugitiva y luego en confinamiento la hizo una mujer fuerte. Desde 2015 ha estado recuperando sus contactos y su compostura, y aunque su fortuna quedó enterrada, un grupo de abogados luchó para recuperar aproximadamente 15 casas, 30 autos deportivos y aproximadamente 300 joyas que el gobierno de México le decomisó.