Nunca ha sido fácil ser artista independiente en Cuba. La frase de Fidel Castro –”Dentro de la revolución todo, contra la revolución nada”– explica el por qué.
Recuerdo años atrás ver en la oficina de mi amigo Frank Calzón, un cubano exiliado en Washington, DC, un cuadro de un artista cubano. Se trataba de una escena pintoresca del campo cubano que incluía una fogata, dos hombres a caballo y un toro. El observador atento, me dijo Frank, notará las vías de ferrocarril frente al toro y a los campesinos esperando el tren para sacrificar al animal.
“La dura noche del toro” se llamaba el cuadro. Era una crítica al régimen cubano. Me explicaba Frank que en Cuba, donde la gente vive con hambre, era ilegal matar al ganado para comerlo sin permiso del Estado. La condena eran más años de cárcel que la condena por homicidio. Un accidente de tren, sin embargo, es otra cosa.
Los artistas cubanos, como el resto de sus compatriotas en la isla, tienen que ser cuidadosos a la hora de criticar al régimen o ejercer derechos básicos que han sido criminalizados. Es bien conocida la represión castrista, pero con la llegada de la pandemia esta ha aumentado y provocado una reacción en la que los artistas están jugando un papel central.
La ONG Human Rights Watch publicó ayer un reporte en el que documenta cómo “el gobierno cubano está utilizando normas destinadas a prevenir la transmisión del COVID-19 para acosar, intimidar y detener a disidentes”. La opositora Keilylli de la Mora Valle, por ejemplo, fue condenada a un año y medio de prisión por “desacato” y “propagación de epidemias”, entre otras cosas, por no usar una mascarilla al salir a fumar un cigarrillo.
Lo más llamativo, sin embargo, ocurrió cuando el régimen detuvo a 14 disidentes y artistas del Movimiento San Isidro con el pretexto de controlar el virus. A mediados de noviembre, los artistas se reunieron en una casa para planear protestas contra la detención injusta de un colega. Se encerraron en la casa al día siguiente, cuando la policía cercó el lugar.
El 26 de noviembre fueron arrestados. Al día siguiente, más de 300 personas se manifestaron frente al Ministerio de Cultura en contra de esas detenciones. En otras partes del país también hubo protestas.
Lo llamativo es que los cubanos salieron abiertamente a protestar. La reconocida artista Tania Bruguera, que se unió a la protesta, afirmó que los cubanos “están perdiendo el miedo y eso ya no hay quien lo pare”. Fue llamativo también que la protesta fuera disuelta sin la necesidad de recurrir a la represión violenta, como siempre ha sido la costumbre. El régimen prometió negociar con los manifestantes.
Fue un engaño, pues el régimen no cumplió su palabra. Pero para algunos observadores, lo ocurrido demuestra que la pérdida de legitimidad ideológica de la dictadura es hoy más difícil de encubrir con la propaganda de siempre. Cuba está en plena crisis económica y social y sigue en caída. La vida de los cubanos, que enfrentan una escasez de casi todo, se ha vuelto cada vez más precaria.
La extensión de internet y el uso de redes sociales dentro de Cuba en años recientes también ha hecho la diferencia, informando y envalentonando a la ciudadanía. El régimen todavía no ha bloqueado Facebook o YouTube, por ejemplo.
Nada de esto quiere decir que estemos por ver una primavera cubana liderada por artistas que traerá mayores libertades. Pero los movimientos sociales pueden ser sorprendentes, incluso en Cuba
Este artículo se publicó originalmente en El Comercio el 8 de diciembre de 2020