La noche del pasado miércoles, con el duelo a cuestas, los habitantes de Güiria, en el costero Estado venezolano de Sucre, protestaron. El día anterior ya habían hecho una vigilia. Al día siguiente convocaron una marcha por el pueblo, que ha enterrado a 32 personas. Murieron ahogadas en un nuevo naufragio en las aguas entre Sucre, en el noreste del país, y Trinidad y Tobago, uno de los corredores migratorios del Caribe cuyo trasiego se ha intensificado con el deterioro de la crisis humanitaria en Venezuela. El hambre ya ha expulsado del país a 5,4 millones de personas. Ahora, Güiria (40.000 habitantes) llora y protesta mientras busca a sus muertos.
Por FLORANTONIA SINGER / elpais.com
“¡Justicia, justicia!”, gritaba un grupo de personas frente a la sede de una instalación militar. Era una exigencia múltiple. Pedían gasolina para que los pescadores pudieran continuar la búsqueda de los desaparecidos en el mar, que se investigara a fondo lo ocurrido y más apoyo del Gobierno para atender la emergencia. Y también exigen al líder chavista, Nicolás Maduro, la libertad de Luis Martínez, el hombre que habitualmente manejaba la embarcación que naufragó, llamada Mi recuerdo. Es el único detenido por el caso. El fiscal Tarek William Saab le acusa de tráfico de personas y asociación para delinquir.
El pasado domingo 6, a las cinco y media de la tarde, no era Luis Martínez —ahora en arresto domiciliario— quien estaba al timón del barco. Pero ahí viajaban ocho familiares suyos, entre ellos tres hijos y una nieta, cuenta Mary López, cuñada del pescador. “Acá en Güiria la cosa está fea y todo el mundo está buscando cómo irse. No tenemos ni gas para cocinar y todo es diez veces más caro acá. Como todos tenemos familia en Trinidad, ellos se iban a pasar las Navidades allá con una hermana. Mis dos sobrinos iban ahí y uno de ellos se iba a quedar, porque acá no hay nada que hacer”, relata a EL PAÍS la mujer, cuya hija también emigró hace dos años cuando se vio sin recursos para pagar una carrera universitaria. “¿Cómo van a acusar al señor Martínez si él mandó a toda su familia en ese bote?”, se pregunta López.
Hay varias versiones de lo ocurrido, una tragedia que se ha reconstruido con datos e informaciones imprecisas que navegan de una a otra costa. Y hasta ahora no han aparecido supervivientes ni testigos que puedan aclarar las dudas. La embarcación Mi recuerdo partió ese domingo, mientras Venezuela celebraba unas cuestionadas elecciones parlamentarias, con 19 personas desde el puerto de Güiria. Es frecuente que en el camino estas barcazas recojan a más pasajeros en las playas antes de entrar a mar abierto, es decir, no se sabe el número preciso de pasajeros. Algunos de los familiares que los esperaban en Trinidad y Tobago aseguran que la embarcación llegó a una playa de las islas caribeñas, donde los migrantes primero fueron detenidos y después obligados a regresar. Según esta versión, el naufragio ocurrió durante la travesía de vuelta a Venezuela.
En los últimos dos años, la policía trinitense ha tratado con mano dura a los venezolanos. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) reveló esta semana que solo en noviembre Trinidad y Tobago deportó a por lo menos 200 personas. Es frecuente que los migrantes sean detenidos y luego deportados en la misma embarcación en la que llegaron. Eso pasó, por ejemplo, el 22 de noviembre con un grupo en el que había 16 niños. Y esa era la esperanza de los familiares de los fallecidos de Güiria. Es decir, que aparecieran en algún momento. “Todos juraban que estaban presos, hasta que aparecieron los muertos”, dice Xioglimar Mata, que tenía vecinos y amigos en la embarcación.
Siete días después de zarpar, aparecieron tres cuerpos en una playa cercana a Güiria. A lo largo de ese día encontraron a otros 11. El naufragio ya era una certeza. Luego, llegaron a una orilla cinco cadáveres más; después nueve más, y la tarde del jueves, otro. Entre el viernes y el sábado, tres más. Un total de 32 cadáveres enterrados la semana pasada. Dos no han sido identificados todavía, pues esperan los resultados de las pruebas de ADN. Al menos una docena de personas sigue desaparecida. Otra embarcación llamada Mi refugio salió esa misma noche del 6 de diciembre con otro grupo. En Güiria algunos señalan que los pasajeros de ambas balsas fueron devueltos de Trinidad y Tobago en un solo barco, pese al exceso de pasajeros, y con poco combustible, lo que hizo que naufragara. Otros creen que los que viajaron en una de las embarcaciones y figuran como desaparecidos se encuentran detenidos en las islas. Pero las autoridades de Trinidad han negado que alguno de esos barcos llegara a sus tierras.
Sin velatorio
La Fiscalía venezolana afirma que el barco se hundió a mitad de camino, en aguas del país, y también ha emitido una orden de captura para los dos sobrinos de Mary López, que siguen desaparecidos. Una comisión de médicos forenses está instalada desde el lunes en el muelle de la Guardia Costera de Güiria. En una carpa trabajan en el análisis de los cuerpos. Nadie ha tenido un velatorio. Cada familia ha rezado por ellos en casa.
Entre los últimos cadáveres que ha traído el mar, dicen familiares, han aparecido algunos que se muestran mutilados y otros con un grado de descomposición menor al de los primeros, lo que ha desatado especulaciones sobre los tiempos del naufragio. Cinco días después del hallazgo de los primeros cuerpos, un helicóptero policial se sumó al operativo de búsqueda, que ha quedado en manos de los propios pescadores. “Esa noche el mar estaba solo porque ya casi nadie sale a pescar por la falta de gasolina. Si algún pescador hubiese podido salir, quizás los hubiese encontrado”, agrega López. Mientras tanto, a los familiares solo les queda un grito de dolor, que se entremezcla con la protesta.
“Nos sentimos sin apoyo”
Desde 2019 se han registrado 114 desaparecidos de cinco embarcaciones que salieron desde las costas de Sucre y Nueva Esparta, en el noreste de Venezuela, y Falcón, en el noroeste, según Johnny Romero, portavoz de una organización que agrupa a los familiares de las víctimas. En esos casos, no se recuperaron tantos cuerpos y los desaparecidos venían de distintas zonas del país. Sus parientes denuncian redes de trata que supuestamente operan en complicidad con funcionarios. En este último naufragio, todos los que viajaban eran de Güiria, con familias establecidas en Trinidad y Tobago. “Estamos muy tristes por lo que pasó y porque nos sentimos sin apoyo. Lo que hace Trinidad es un acoso”, dice Anyelith Sanvicente, que aún espera que aparezca vivo un primo suyo que se encuentra entre los viajeros desaparecidos.