Un árbol en miniatura colgado en la cabina de algunos camiones es lo único que recuerda a la Navidad en la pista del antiguo aeropuerto del sur de Inglaterra, donde miles de camioneros, varados lejos de sus familias, esperan a que les practiquen la prueba de covid-19 para poder regresar a casa.
“Es imposible”, dice aliviado Pawel, un camionero polaco de 34 años, que tuvo la fortuna de poder realizar una prueba de coronavirus. “No tengo palabras para describir cómo nos sentimos. Todas nuestras familias nos están esperando, nos rompe el corazón”, declaró a la AFP.
Ahora que ya pasó el test, tiene la intención de llegar a Folkestone, donde se encuentra la terminal que permite tomar el túnel del canal de la Mancha para “regresar a Polonia”.
Como él, miles de conductores se quedaron bloqueados cuando Francia, preocupada por una nueva cepa del coronavirus potencialmente más contagiosa e identificada en el sudeste de Inglaterra, cerró sus fronteras a los que provenían del Reino Unido. Incluyendo a Dover, el principal puerto que cruza el estrecho, y el túnel vecino, por donde circulan miles de camiones todos los días.
Además de a los lados de la autopista M20, los camiones quedaron estacionados en la pista del antiguo aeropuerto de Manston, formando impresionantes filas, que reflejan la magnitud que supone realizar un test de coronavirus a todos los conductores.
Aunque Francia autorizó la reanudación del tráfico el miércoles por la mañana, requiere una prueba negativa, lo que implica días de trabajo para controlar el estado positivo o negativo del test, a pesar de la movilización del ejército y de un equipo de bomberos franceses. Y pese a las fiestas de Navidad.
Según Pawel, los conductores están furiosos con Francia. Y durante su viaje de regreso, no se detendrán allí “ni para comer, ni para repostar, ni para nada más”.
– “Bloqueados durante tres días” –
Los conductores esperan estacionados en la pista, en medio de un viento frío, casi sin iluminación y sin saber cuándo podrán regresar, a pesar de que las autoridades francesas y británicas garantizaron que el tráfico continuaría el día de Navidad.
En un momento dado, cada vez más exasperados, tocaron el claxón al unisono durante media hora. En el puerto vecino de Dover, algunos vivieron situaciones de tensión con la policía.
Varias asociaciones se movilizaron para proporcionarles comida caliente y gratuita, especialmente entre la comunidad polaca.
Se instalaron baños portátiles, pero según algunos conductores se llenaron rápidamente.
“Hemos estado bloqueados durante tres días”, dice Valéri, un camionero ucraniano de 37 años, al que todavía no le han practicado la prueba. “Nos estacionaron allí y nos dijeron que esperáramos. Tenemos que irnos a casa ahora. Tal vez lleguemos a tiempo para Año Nuevo”, espera.
“No hay instalaciones, ni ducha, nada”, lamenta.
Según otros conductores, sí se instalaron duchas, pero hay que caminar mucho tiempo por la inmensa pista para llegar hasta ellas.
Radko Ivanov se enfrenta a los militares, exigiendo que se le haga la prueba, al tiempo que acusa a los conductores de camionetas de pasar por delante de los camiones.
“La situación es terrible”, protesta este búlgaro de 56 años, que denuncia la falta de organización.
Al medio día del jueves, quedaban 3.200 camiones y a al menos 1.800 conductores ya se les había realizado el test, según el ejército.
En total, 320 soldados se movilizan para realizar las pruebas en Manston, Dover y en la autopista M20.
AFP