La capacidad de dormir no pertenece al cerebro y algunos pequeños invertebrados gozan de ella, aunque carezcan de ese órgano. Así lo estableció un grupo de biólogos japoneses en pequeños pólipos de agua dulce llamados ‘hidras’, sacando una importante conclusión general sobre la evolución del sueño.
El equipo de Taichi Itoh, profesor asociado de la Universidad de Kyushu y líder de esta investigación, cuenta ahora con “pruebas sólidas de que los animales deben haber adquirido la necesidad de dormir antes de que adquirieran un cerebro”, según declaró el propio científico en un comunicado.
En otras palabras, el sueño es evolutivamente anterior al cerebro. Los mecanismos fisiológicos asociados con esta función no aparecieron, sino se mantuvieron durante cientos de millones de años, a medida que evolucionaron los cerebros de cada especie.
Las hidras presentaron en el estudio unas características similares al sueño de los animales superiores. Para demostrarlo, el equipo registró sus reacciones a varios compuestos conocidos por provocar somnolencia y sueño, como la melatonina y el aminoácido neurotransmisor GABA. Fue probada incluso una sustancia de efecto contrario en personas y algunos animales, la dopamina, la cual promovió el sueño en los pólipos en vez de generar excitación.
El efecto se hizo visible debido a la administración regular de los compuestos en los alimentos habituales de las hidras en el agua. Por estar adormecidos, los invertebrados dejaban de moverse y quedaban hambrientos, según detalló un reciente artículo del equipo de Itoh. La alteración del comportamiento alimentario coincidía con un aumento moderado en la cantidad y la frecuencia del sueño.