Mexicanos atraviesan una odisea en búsqueda de oxígeno para tratar Covid-19

Mexicanos atraviesan una odisea en búsqueda de oxígeno para tratar Covid-19

Un hombre carga un tanque de oxígeno medicinal para tratar a un familiar infectado por coronavirus en una estación de suministro gratuita del Gobierno en Ciudad de México. FOTO DE ARCHIVO. Enero, 2021. REUTERS/Carlos Jasso

 

 

El aumento en los precios del oxígeno medicinal en la populosa capital mexicana ha complicado los esfuerzos de la familia de Eulogio Cruz para costear un tratamiento adecuado para su cuñada, quien sufre de COVID-19 y está siendo atendida en casa, en momentos en que los hospitales de la ciudad rozan su ocupación máxima.

En Ciudad de México y el adyacente Estado de México miles de familias como los Cruz pasan horas en filas para obtener el vital gas y, cuando lo consiguen, son muy pocas las que pueden pagar el equivalente a los 163 dólares para recargar los tanques por 24 horas, en un país con un sueldo mínimo de siete dólares diarios.

Frente al Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER), un hospital en el sur de la capital que ya no cuenta con camas disponibles para pacientes de coronavirus, la gente se agolpa desde antes que los comercios abran sus puertas para preguntar los precios de venta, alquiler y recarga de cilindros.

Sin embargo, la mayoría se va con las manos vacías al conocer que cuestan hasta cuatro veces más que a fines de 2020.

Incapaz de alquilar o comprar un cilindro, Cruz comentó que un amigo le prestó uno y han conseguido recargarlo aunque no con la regularidad que les pidió el médico tratante, debido a los altos costos. Para complicar la situación, el hermano del amigo enfermó de COVID-19 y ahora necesitan el tanque de regreso.

“Estamos realmente preocupados”, reconoció Cruz, un vendedor ambulante de 58 años, tras recorrer decenas de tiendas de venta de tanques de oxígeno frente al INER. “Estos precios son un abuso y no tiene cuándo acabar”.

Reuters contactó a más de una veintena de distribuidores de oxígeno medicinal en Ciudad de México y ninguno contaba con suministro disponible. Algunos prometieron tenerlo para fines de enero a un precio de compra de 19,500 pesos (990 dólares) por un tanque que dura unas 72 horas, accesible sólo para dos de cada ocho mexicanos que no sufren algún tipo de pobreza.

Ricardo Sheffield, Procurador Federal del Consumidor, dijo la semana pasada que “hay suficiente producción de oxígeno medicinal en el país, y por tanto, no hay motivos para aumento de precio” y pidió a los consumidores denunciar los abusos.

El organismo que tiene a su cargo, Profeco, cerró en diciembre 16 establecimientos en todo el país que incumplían la ley al vender con precios inflados en plena pandemia del coronavirus que ha dejado poco más de 144,000 muertos en México, el cuarto país con más decesos en el mundo.

El oxígeno se ha vuelto un bien tan preciado que, cerca del mediodía del lunes, un hombre armado ingresó a un hospital del seguro social en el estado norteño Sonora y se llevó siete tanques portátiles, tres de ellos cargados, según informó la Secretaría de Seguridad estatal.

Sonora es una de las seis entidades -de las 32 que hay en el país- con más casos de coronavirus: 58,806 hasta el miércoles.

 

“UN ALIVIO”

En medio de la angustia para muchos, el gobierno de Ciudad de México implementó a fines de diciembre un programa de recarga gratuita de hasta 100 tanques de oxígeno cada día para los residentes de Iztapalapa y Gustavo Madero, las dos zonas más pobladas y de las más pobres de la capital.

El programa ha permitido que el papá de Alejandro Sampedro pueda contar con un suministro de oxígeno constante, luego de que fue diagnosticado con COVID-19 a mediados de enero y que su familia no pudiera conseguir un tanque en ninguna de las 80 tiendas que, dice, contactaron.

“Fue un alivio”, reconoció Sampedro sobre la iniciativa del gobierno capitalino que empezó en Iztapalapa, entregando 200 tanques y 100 concentradores de oxígeno y que hoy se enfoca en recargarlos. “No sé qué hubiéramos hecho sin esto; quizá mi papá ya estaría muerto”.

Ahora, Sampedro va cada tres días a rellenar el tanque al centro histórico de Iztapalapa, a donde llega a formarse junto con decenas de otras personas desde la madrugada, mientras pasa frío por más de cuatro horas hasta que arranca la atención. Si llegara más tarde, podría quedarse sin la preciada recarga.

Reuters

Exit mobile version