Internet está inundado de especulaciones sobre Armie Hammer y los fetiches sexuales. “Quiero comerte, nunca antes había admitido esto”, “Necesito beber tu sangre, la anhelo” y “Quisiera cortarte uno de los dedos del pie y quedármelo conmigo en mi bolsillo”, son solo algunas de las frases supuestamente escritas por el célebre actor a una de sus amantes, entre otras muchas todavía más sanguinarias y depravadas.
Por infobae.com
Todo comenzó cuando una mujer anónima subió a Instagram una captura de pantalla de sus conversaciones con el actor de Call me by your name en las que reconocía que era “100% caníbal” y que le encantaba comer carne humana y beber sangre. Desde entonces, una mujer con la que Hammer salió en agosto le dijo a la revista Page Six: “Me dijo que quería romperme las costillas, asarlas y comérselas”.
Si bien la veracidad de los mensajes aún no se ha demostrado y el actor se ha desvinculado de las acusaciones, la tormenta de Internet arrojó luz sobre los problemas sexuales descritos en las capturas de pantalla, que caen bajo el paraguas de BDSM, juegos de sangre, canibalismo y vorarefilia.
En el lenguaje amoroso cotidiano, es posible que oigamos expresiones como ‘comerse a besos’. También solemos utilizar esta clase de comentarios frente a algo que nos da ternura. Pero evidentemente, todo forma parte de un universo metafórico en el cual por nada del mundo querríamos “comer” al sujeto, sino más bien todo lo contrario.
“En uno de sus comentarios, Armie Hammer expresa la fantasía de llevarse al otro adentro de sí mismo a través de la ingesta. No es lo mismo la fantasía que la realidad, una delimitación importante habitualmente en la vida sexual y erótica. Siempre hay fantasías que no necesariamente se llevan a la realidad y que no necesariamente desean ser llevadas a la realidad. Tomando sus declaraciones como están, podrían ser consideradas como fantasías. Esa es una diferencia abismal. En el terreno de la fantasía hay una pluralidad enorme”, sostuvo en diálogo con Infobae Maximiliano Martínez Donaire, psicoanalista y miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina.
En la misma línea, la doctora Beatriz Literat, médica sexóloga clínica y ginecóloga del Departamento de Gineco-Sexo-Estética de Halitus Instituto Médico, aseguró: “De tiempos históricos de exclusión, discriminación y tabúes, hemos pasado a una época de inclusión y exposición a ultranza, en la cual muchas veces ‘se cuelan’ conductas que desconciertan porque en esta nueva tendencia de inclusión aún no están catalogadas. Las parafilias, o conductas sexuales consideradas patológicas y perversas históricamente, hoy día, en un escenario cibernético decorado con colores de libertad, liviandad e inclusión, y llevadas a cabo por personajes mediáticos que por su belleza o fama todos conocemos, no parecerían, en principio, graves ni peligrosas”.
Consultada por este medio, Claudia Borensztejn, presidente de la Asociación Psicoanalítica Argentina, explicó: “Es común en el psicoanálisis analizar ese tipo de fantasías, sobre todo para los psicoanalistas que trabajamos con el concepto de psiquisimo temprano. Evidentemente, es fácil relacionar el canibalismo con las primeras etapas de la vida. El bebé que succiona es, de alguna manera, un caníbal. Mamar y toda la etapa oral de la vida es una etapa que de hecho los psicoanalistas han llamado ‘oral canibalística’. Es decir que eso está en las fantasías primitivas de todos los humanos. Pero sin embargo, poner en juego fantasías abiertamente es un paso que llama la atención. Es un componente de la sexualidad primitiva que sigue presente en nuestras vidas pero en una cuota no agresiva, sino a amorosa. Como todo lo que pasa en la mente de los seres humanos, hay una historia en la cual se recoge. El canibalismo se recoge en la historia de los hombres y se incorpora en nuestra vida psíquica pero de una manera diferente”.
El concepto de canibalismo resulta por lo general desagradable, atemorizador y macabro para la mayoría de la población. Sin embargo, algunas personas vinculan este acto a una situación de poder y dominación, viendo el hecho de devorar o ser devorado por otra persona como algo sexualmente excitante. Es lo que ocurre con una curiosa parafilia denominada vorarefilia, advierte una investigación publicada en la revista Psicología y Mente.
“Recibe el nombre de vorarefilia una de las parafilias más peligrosas, la cual se caracteriza por la existencia recurrente de fantasías sexuales vinculadas a la idea de devorar o ser devorado en vida por otra persona, sea en parte o totalmente. En ocasiones también con la idea de ser digerido. Estas fantasías se repiten constantemente durante al menos seis meses y son generadores de gran excitación sexual o incluso ser el único medio por el cual el sujeto alcanza el orgasmo, pudiéndose llegar a intentar llevarlas a cabo”, describen los expertos en el portal.
Pero, ¿qué son las parafilias? Para Martínez Donaire, “se entiende como parafilias a las conductas, intereses o inclinaciones sexuales atípicas, es decir que se dirigen hacia objetos o situaciones que frecuentemente no vinculamos a la excitación sexual. La palabra se usa actualmente en reemplazo de lo que antes se conocía como ‘perversión sexual’. La dificultad con estas nociones es que al tratar de establecer qué es una conducta sexual típica o atípica entramos en un campo relativo ya que en distintos contextos socioculturales las conductas consideradas normales o anormales van cambiando. Una determinada práctica sexual en un determinado momento puede ser considerada normal, mientras que en otro atípica o anormal. Esto ha sido históricamente problemático. Prácticas sexuales que hoy consideramos normales como la homosexualidad, la masturbación o el sexo oral, a mediados del siglo pasado eran considerados desvíos o perversiones”.
A menudo, la vorarefilia puede confundirse con el canibalismo sexual debido a su gran parecido. Sin embargo, existe una diferencia entre ambos conceptos, aunque es un matiz que puede ser difícil de detectar para muchas personas: el canibalismo sexual implica la excitación por comer carne humana, siendo esta el objeto de deseo. En la vorarefilia sin embargo el objeto de deseo no es el comer carne humana sino el de devorar o ser devorado por algo o alguien, no siendo tampoco necesario que dicha consumición se realice a través de la ingesta.
“Esta parafilia tiene vinculación con otros tipos de parafilia, especialmente con aquellas vinculadas a la dominación y sumisión y la vinculación entre placer y dolor. Tiene parte de sadismo y masoquismo, si bien no es el dolor en sí lo que genera excitación. También puede aparecer relacionada con otras parafilias como la macrofilia (atracción sexual hacia gigantes, siendo una fantasía habitual el devorado por un gigante) o la microfilia (atracción sexual por una criatura de un tamaño mucho menor, pudiendo fantasear de también con devorar o ser devorado)”, subrayan los especialistas.
Estamos ante una parafilia poco frecuente y que generalmente no es llevada a la práctica, conociendo las personas con esta parafilia sus implicaciones y el daño que se puede causar. Ahora bien, generalmente no implica siempre: se han dado casos de sujetos con vorarefilia que han llegado a practicar el canibalismo o a ser víctimas de él, resultando en muerte o en mutilaciones de uno de los implicados.
Es por este motivo la vorarefilia es una de las parafilias más peligrosas, dado que en el caso de pasar de la fantasía a la acción en la mayoría de casos va a suponer una muerte o un daño serio a la integridad física de alguien. Se trataría pues, fuera con o sin consentimiento de la persona consumida, de un crimen de sangre penado por ley en la mayoría de países.
Cuando las parafilias se convierten en trastorno
De acuerdo al doctor Walter Ghedin, psiquiatra y sexólogo, “las parafilias son ‘relaciones o vínculos’ paralelos que se convierten en trastorno cuando, por lo menos, por un período de seis meses, el sujeto se sabe desbordado por las fantasías y pasa a la acción. La persona es consciente de sus actos y del riesgo que conllevan, y sin embargo, son más fuertes el deseo y el impulso por consumar el acto”.
“La vida sexual de los seres humanos es muy variada y polimorfa, y establecer qué es lo normal y qué no resulta problemático. A partir de allí, la tendencia de estas últimas décadas que para tratar de ubicar cuándo en torno a la sexualidad estamos hablando de algún tipo de trastorno, recurre a ciertos criterios que van en el contexto de la conducta sexual. Esto es, por ejemplo, que esa inclinación o práctica sexual conlleve un malestar para quien la ejerce, que implique algún tipo de daño o agravio hacia otra persona y por último, que conlleve la realización de un acto sin el consentimiento de la otra persona”, aseveró Martínez Donaire. Y concluyó: “La definición ya no tiene que ver con la práctica en sí misma, sino con estos tres criterios básicos”.