La casa es chata y fea, con una estructura improvisada por la prisa. Para construirla, sus habitantes no pudieron contratar a un arquitecto privado y en el futuro tampoco lo harán. El listado de ocupaciones por cuenta propia prohibidas en Cuba no solo incluye a estos profesionales, sino también a periodistas, productores de cine, abogados, gestores de pompas fúnebres, investigadores científicos y fabricantes de vehículos.
La relación de actividades particulares vetadas en la Isla se ha publicado finalmente este miércoles y su contenido logró superar los pronósticos más pesimistas. No solo prohíbe expresamente labores que hasta ahora se hacían en el terreno de la alegalidad, como la gestión de galerías particulares o la contabilidad, sino que marca de manera estricta los límites que el Estado no quiere que traspase la iniciativa privada. Es, en resumen, una relación de los miedos de un sistema político que busca seguir controlando los espacios principales de la vida de sus ciudadanos.
Esta lista es la prueba de la retrógrada mentalidad que rige en quienes toman decisiones en esta Isla. Siguen pensando que pueden impedir que un músico construya en el baño de su casa un pequeño estudio de grabación para producir sus discos y los de otros colegas; creen que lograrán evitar que alguien tome unas ruedas y unas carcasa para construir vehículos o asesore jurídicamente a un demandado. Fantasean con que alcanzarán a cortarle las alas al que maqueta un libro de poemas o al que tuerce tabaco para vender por su cuenta.
La lista con estas 124 ocupaciones vetadas trasluce también la arrogancia de la que están imbuidos quienes la escribieron, una prepotencia tal que cuesta conectar esa imagen con la de un régimen quebrado económicamente, con abultadas deudas internacionales, una crisis crónica de desabastecimiento, sin la capacidad de crear riquezas ni de satisfacer la demanda de productos básicos. Está redactada como si se pudieran permitir descartar una gran cantidad de caminos para generar empleo, prosperidad y desarrollo, cuando han llevado el país a la mendicidad y al borde de la crisis humanitaria.
Este no es un listado hecho desde una mirada económica, ni siquiera jurídica: está confeccionado desde los deseos de control. Quizás en el acápite donde se muestra con más crudeza la inspiración ideológica sea en el titulado “actividades artísticas, de entretenimiento y recreativas”. El primer condenado de la enumeración es el periodismo, ese aguijón que desde hace años ha puesto en jaque el monopolio estatal sobre la difusión de noticias, destapando innumerables sucesos que el oficialismo hubiera querido barrer bajo la alfombra y dejando en evidencia la servidumbre de la prensa controlada por el Partido Comunista.
¿Qué puede esperarse de semejante listado? ¿Papel mojado o aplicación a rajatabla? ¿Cacería de brujas contra muchos fenómenos económicos que habían ido extendiéndose bajo la sombra de la alegalidad? ¿Manotazo represivo que sepulte todos esos espacios de gestión privada ahora proscritos? Difícil prever qué pasará. Por el momento, ya está claro que han logrado unir en la indignación al productor cinematográfico, al reportero independiente, al ingeniero y al frustrado arquitecto que ve las ciudades llenas de chapuzas con techo y endebles paredes. Acaban de confirmar a más de un centenar de gremios como enemigos.
Este artículo se publicó originalmente en 14ymedio el 11 de febrero de 2021