La muerte hace trece años del número dos de las FARC, alias “Raúl Reyes”, en un bombardeo colombiano en Ecuador, fue un divisor de aguas para esa guerrilla y para la seguridad de la frontera norte del país vecino, afirma el sociólogo Eduardo Pizarro Leongómez, uno de los conocedores más profundos del conflicto.
El autor, hermano de Carlos Pizarro Leongómez, líder del grupo guerrillero M-19 que firmó la paz con el Gobierno colombiano en marzo de 1990 y fue asesinado menos de dos meses después cuando era candidato presidencial, analiza las consecuencias de la “Operación Fénix”, que el 1 de marzo de 2008 acabó con la vida de Reyes, en su nuevo libro “Las fronteras y la guerra”, publicado por Planeta.
“La Operación Fénix fue un ‘parteaguas’ en la historia de las FARC”, manifestó en la presentación del libro en la que expuso el impacto del conflicto armado en las fronteras junto con el decano de la Facultad de Ciencia Política de la Universidad del Rosario, Julio Londoño Paredes, diplomático y coronel retirado del Ejército.
Según Pizarro esa operación militar contra el campamento guerrillero en la provincia ecuatoriana de Sucumbíos, limítrofe con Colombia, fue “definitiva para la derrota estratégica de las FARC” y para su decisión de negociar la paz, diez años después, ya que la muerte de Reyes, cuyo nombre de pila era Luis Edgar Devia, “cambió completamente la dinámica del conflicto armado”.
EL COMIENZO DEL FIN DE LA GUERRILLA
Pizarro explica que Reyes, que había ganado notoriedad como responsable de la Comisión Internacional de las FARC, era de hecho el máximo líder de la guerrilla porque su fundador, Pedro Antonio Marín, alias “Manuel Marulanda Vélez” o “Tirofijo”, estaba ya muy mal de salud, tanto que murió tres semanas después, el 26 de marzo de 2008.
“Marulanda ya tenía 78 años, estaba muy mal de salud, estaba refugiado en la serranía de la Macarena, tenía dificultad para dirigir en el día a día un aparato tan complejo” como el de las FARC, afirmó Pizarro, también diplomático y profesor universitario.
El autor señala que Reyes instaló un “santuario estratégico” en el campamento de Angostura (Sucumbíos), donde recibía “gente de diferentes partes del mundo”, como los cinco estudiantes mexicanos que cayeron en el bombardeo aéreo, y desde allí él movía todo el andamiaje de las FARC.
“Raúl Reyes había logrado crear incluso un hospital y un centro odontológico para los guerrilleros del sur del país”, que se resguardaban del lado ecuatoriano de la frontera cuando los acosaba el Ejército colombiano, indicó.
ABANDONO DE LAS FRONTERAS
Al respecto, Londoño explicó que el abandono histórico de las fronteras colombianas creó un “vacío total” de autoridad, lo que sumado al hecho de que Ecuador siempre concentró sus esfuerzos militares en los límites con Perú, “generó una situación especial” en la zona de Sucumbíos y en el departamento colombiano de Putumayo que fue aprovechada por las FARC y otros grupos ilegales.
“La Operación Fénix tuvo el efecto de mostrar que las FARC estaban estacionadas permanentemente en el territorio ecuatoriano para manejar los cultivos ilícitos del lado colombiano y cometer todo tipo de acciones contra Colombia desde el Ecuador”, expresó Londoño.
Según dijo, el ataque al campamento de Reyes “puso en evidencia al Gobierno de Ecuador”, en la época presidido por Rafael Correa, pues “las FARC convivían con las escasas autoridades que ahí había y por eso él se sentía muy seguro”.
Pizarro añade a esa opinión que el bombardeo “no tuvo consecuencias catastróficas en el sentido de un conflicto entre Bogotá y Quito” porque la información hallada en los computadores portátiles y discos duros de Raúl Reyes permitió conocer los vínculos de la guerrilla con autoridades ecuatorianas.
“Eso mostró que no solo era un campamento de las FARC en cuestiones estratégicas sino que había sectores de la sociedad ecuatoriana que estaban conviviendo con las FARC y apoyándolos”, dijo el autor.
BENEFICIOS PARA ECUADOR
Para Pizarro, “el fin de Raúl Reyes fue positivo para la estabilidad y la seguridad nacional de Ecuador” porque se eliminó la posibilidad de que ese país acabara contagiado del conflicto armado colombiano.
“La Operación Fénix no habría sido posible sin la información que proporcionaron miembros de las Fuerzas Armadas Ecuatorianas para ubicar exactamente el campamento de Reyes”, agregó.
Pizarro señala también en el libro que las muertes de Raúl Reyes y de Marulanda, semanas después, abrieron “una crisis de liderazgo que las FARC nunca pudieron superar” pues los nuevos jefes, alias “Alfonso Cano”, muerto en 2011, y su sucesor, Rodrigo Londoño, alias “Timochenko”, firmante del acuerdo de paz, no llegaron a ser “líderes con arraigo profundo” en la guerrilla.
“Desde 2008 hubo un enfrentamiento entre Alfonso Cano y Timochenko, más políticos, de la escuela de ‘Jacobo Arenas’ (primer ideólogo de las FARC), contra ‘los hijos de Marulanda’, que son de corte militar, liderados por Iván Márquez y Jesús Santrich”, explicó.
Esa división se mantiene y por eso “hoy tenemos a ‘los hijos de Jacobo Arenas’ en Comunes (el partido político de la antigua guerrilla) y a ‘los hijos de Marulanda’ en la nueva Marquetalia”, las disidencias de las FARC, explicó el autor.
EFE.