La debilidad de Ciudadanos complica el “plan B” de Pedro Sánchez

La debilidad de Ciudadanos complica el “plan B” de Pedro Sánchez

Pedro Sánchez e Isabel Arrimadas, en una reunión en el Congreso – IGNACIO GIL

 

 

Las dos últimas semanas han agitado el tablero político español con una primera consecuencia clara: PP y Ciudadanos, otrora socios preferentes y llamados a alguna fórmula de entendimiento futura, están hoy más lejos que nunca. Ya antes de que el panorama se encrespase aún más, ABC daba cuentas de las intenciones de La Moncloa. «Si son de centro puede haber acuerdos», decían. Una vocación de entendimiento que ya se exploró en los Presupuestos y que Ciudadanos contempla, el pacto con el PSOE, como una opción estratégica en pie de igualdad que el pacto con el PP. Si bien el momento político apunta más a la entente socialista-liberal.

Víctor Ruiz de Almirón // ABC 

En esa fractura de la derecha pretende encontrar réditos Pedro Sánchez. Que Ciudadanos se mantenga con vida limita las posibilidades de crecimiento del PP. Y que además lo haga abriéndose a pactos puntuales con el PSOE. Ese es el escenario ideal de La Moncloa: derecha dividida en tres y a la gresca entre ellos.

Pero la revolución de los acontecimientos a partir de la moción de censura en la Región de Murcia ha situado a Ciudadanos en una extrema debilidad que amenaza su futuro. Lo positivo, para Sánchez, es que lo que queda en Ciudadanos ya se mantiene defendiendo la posibilidad de pactos con el PSOE.

La cuestión fundamental que complica ese gran abanico de socios con el que Pedro Sánchez pretende blindarse es precisamente si Ciudadanos aguantará. Y es que la vocación de Pedro Sánchez de buscar entendimientos con Ciudadanos es a medio y largo plazo. Pero también con carácter inmediato. La crisis reciente ha tenido unas consecuencias para Ciudadanos todavía por calibrar.

El 4 de mayo, con las elecciones en Madrid, es la prueba de fuego. Pero ya se dejan sentir las consecuencias. De los diez diputados en el Congreso de los Diputados, dos han renunciado la pasada semana. Marta Martín, cabeza de lista por Alicante, ha dejado su acta. Pero no ha hecho lo mismo el diputado sevillano Pablo Cambronero, que pasará al Grupo Mixto. A partir de ahora Inés Arrimadas negocia por nueve diputados.

Cada voto cuenta

La rebaja del peso de Ciudadanos complica las cosas al Gobierno en esa búsqueda de una mayoría que no necesite a ERC y Bildu. Y que una parte del PSOE anhela y que en La Moncloa ya quisieron explorar. Sabe Pedro Sánchez que acuerdos con los de Inés Arrimadas pueden contribuir a centrar su posición.

Pero la aritmética está muy complicada. La coalición suma 155 escaños. Sumando a PNV y Cs se llega a 170. A partir de ahí hay que empezar a echar cuentas para llegar a 176. Con Teruel Existe, Nueva Canarias, Más País y Compromís se suman 175 escaños. Estos son aliados estables del Gobierno, con lo que una mayoría en contra no es factible.

Pero si la relación con ERC y Bildu se complica –en el PSOE ven más factible lo primero que lo segundo–, necesitan consolidar algún apoyo adicional entre socios menos habituales: Partido Regionalista de Cantabria, Coalición Canaria y BNG. O los cuatro diputados del PDECat. Sin la baja del diputado de Ciudadanos que ha pasado al mixto ninguno de estos partidos sería necesario. En este agrietado panorama, cada voto cuenta.

El Gobierno tiene, eso sí, una mayoría cómoda mientras cuente con ERC y Bildu. Pero ese es precisamente un pulso soterrado en la coalición entre PSOE y Unidas Podemos. Los socialistas desean a medio plazo un escenario de geometría variable en la que PNV y Cs completen los apoyos de la coalición. Mientras que Pablo Iglesias siempre reivindica, y hasta ahora ha logrado, que ERC y Bildu deben ser los aliados principales.

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