La Plataforma Ciudadana en Defensa de la Constitución emitió un comunicado firmado por 113 representantes de la comunidad universitaria en Venezuela para hacer un llamado a la defensa de las universidades públicas del país ante el deterioro de las mismas.
A continuación, el comunicado:
La Universidad ha sido fundamental en el crecimiento del pensamiento humano, de las ideas y de los proyectos civilizatorios de cualquier signo. Es justamente por ello que la historia da cuenta del esmero con el cual las distintas sociedades, y especialmente aquellas que han institucionalizado una educación pública superior con distintos niveles de articulación humanística, científica y tecnológica, cuidan sus universidades, independientemente de los fines que orientan el funcionamiento en cada momento histórico.
Las universidades venezolanas han contribuido en las distintas esferas de nuestras vidas ?salud, ingeniería, historia, cultura, educación, territorio y economía, entre otras tantas posibles? al desarrollo de nuestro país. La universidad venezolana es parte de nuestra historia, no en balde la Universidad Central de Venezuela (UCV) cumple 300 años de fundada, 236 años la Universidad de Los Andes (ULA), 130 años la del Zulia (LUZ) y 129 años la de Carabobo (UC). Los hijos de muchas familias de venezolanos, por generaciones, estudiaron en nuestras universidades y se hicieron profesionales para, en los diferentes espacios de nuestro quehacer cotidiano, contribuir al crecimiento de Venezuela.
Sin embargo, hoy en día en Venezuela se presenta el fenómeno opuesto. Más allá de las responsabilidades internas, que ciertamente las hay, es público y notorio el hecho de que el régimen de Nicolás Maduro desprecia a las universidades, y las condena, como nunca antes en nuestra historia, a un deplorable estado de marginación caracterizado por:
– Una asfixiante limitación de recursos financieros en todas las partidas presupuestarias que no garantiza un mínimo funcionamiento.
– La pulverización de los sueldos y salarios de su personal, que con absoluta seguridad son los más bajos del mundo, sin mencionar la progresiva y sistemática extinción de la seguridad social a todos los niveles.
– La eliminación, en la práctica, de las imprescindibles providencias estudiantiles y pulverización de las becas destinadas a este sector.
– El total abandono de las áreas internas, tomadas hoy por el hampa común, que las está destruyendo en lo físico, en sus laboratorios, en sus salones de clase, en sus bibliotecas, en sus equipos de informática.
– Una situación de depauperación y degradación que avanza inercialmente hacia su disolución, cuyo resultado inmediato y probablemente el más lamentable, es la pérdida del talento que es el tesoro más preciado de este tipo de institución: con salarios que no llegan a ocho dólares mensuales para el caso de los profesores de máximo escalafón. Es común hoy en día, por un lado, encontrarse con profesores universitarios que han emigrado y en la actualidad desarrollan las actividades docentes y científicas que antes realizaban en Venezuela, en instituciones de otros países; y a otros que deciden cambiar su actividad académica por una diferente que mejore sus ingresos para el sustento familiar. La migración de universitarios, que se extiende también al sector de administrativos, se convierte en una muy rápida transferencia gratuita hacia el exterior, sobre todo hacia países desarrollados, de nuestra riqueza nacional, acumulada por décadas y décadas de esfuerzo de país. Hoy en las universidades venezolanas es casi inexistente el ingreso de personal de relevo; prevalece un acelerado envejecimiento de la planta profesoral, que además ha perdido su seguridad social y las condiciones necesarias para su función académica: imposibilidad de intercambios con sus pares de otros países, grandes dificultades para acceder a literatura actualizada, deterioro y obsolescencia de equipos e imposibilidad de renovarlos; constantes limitaciones de acceso a los servicios eléctrico y de internet; incapacidad de cubrir el sustento básico familiar de alimentación, salud, vivienda, vestido y recreación, entre otros.
– Migración masiva de estudiantes y nuevos profesionales al extranjero. Los alumnos que continúan cursando sus estudios, en un gran elevado planifican su salida del país apenas se gradúen. Hay, además una pérdida de matrícula de aquellos que no han culminado sus estudios y se ven forzados a retirarse por razones de índole socioeconómica, fundamentalmente, y de la matrícula de inicio, que son estudiantes que logran el cupo pero no se inscriben. La universidad pública venezolana, pierde así el talento joven indispensable para el desarrollo nacional.
– La negación de recursos para la investigación científica, en el presupuesto universitario impuesto por el régimen, ha imposibilitado la participación de los investigadores en eventos científicos internacionales, la actualización de equipos, el intercambio académico, la formación en el exterior, la adquisición de servicios tecnológicos y literatura actualizada, la suscripción a bases de datos, revistas científicas y redes internacionales de investigación, el fortalecimiento de nuestras revistas científicas que hoy sobreviven por el trabajo meritorio de sus editores/as, todo lo cual impacta negativamente en la producción y divulgación de conocimientos y publicaciones, esencial al concepto de universidad.
– A ello se agrega el impedimento del régimen, impulsado a través del Tribunal Supremo de Justicia para cumplir con un requisito fundamental para la democracia y la renovación universitaria como es la elección de sus autoridades, a pesar de que la autonomía universitaria está consagrada tanto en la Constitución de 1999, como en la Ley Orgánica de Educación. De la misma manera, a través del Consejo Nacional Electoral, se ha impedido la realización de elecciones en la mayoría de las federaciones gremiales y sindicales, de profesores, empleados y obreros, lo cual las ha debilitado, al impedir el relevo y frustrar la incorporación de nuevos conductores a los cargos directivos, que se van reduciendo por razones naturales o por renuncias, todo lo cual compromete su capacidad de acción frente a la debacle institucional y la crisis universitaria.
– Las autoridades electas tienen vencido por casi una década el período original para el cual fueron electas, con el consiguiente deterioro de su gestión. Con el paso del tiempo, el equipo rectoral se han desintegrado por renuncias, enfermedad o fallecimiento de alguno de sus integrantes, lo que ha sido aprovechado por el régimen para imponer autoridades, valiéndose de un viejo reglamento del CNU, que quedó sin efecto con la aprobación de la constitución vigente. Las autoridades decanales tampoco han podido celebrar elecciones y son nombradas por los consejos universitarios. La representación profesoral a los cogobiernos, cuyo período culminó hace muchos años, no se ha podido renovar y la falta absoluta de alguno de sus miembros solo puede ser sustituida por los suplentes, opción ésta que también se ha agotado en muchos casos. Los miembros de gobierno y cogobierno universitario se han visto así obligados a mantenerse en los cargos para sostener la institucionalidad, e impedir nuevas intervenciones. Esta situación ha debilitado significativamente la gobernanza en la Universidad, cuyo liderazgo institucional no se muestra hoy capaz de detener su decaimiento progresivo. De ahí la urgencia de renovación del liderazgo universitario.
– El régimen venezolano estimula la desaparición de las carreras humanísticas y sociales, cuando establece, a contracorriente de lo pautado en la Constitución y la Ley de Universidades, 145 carreras prioritarias para el 2021, supuestamente relacionadas con la economía productiva y las necesidades de formación de la Nación, negando la indispensable noción multidisciplinaria que requiere cualquier proyecto productivo, donde las visiones histórica, geográfica, social y cultural son tan importantes como la visión científica y técnica para garantizar su viabilidad. Esta política regresiva del régimen ignora el aporte humanístico, además del científico, fundamental de las universidades para el desarrollo nacional y viola la autonomía académica garantizada por la Constitución vigente.
– La pandemia agrava y acelera el proceso de destrucción institucional que ya estaba en desarrollo.
La Universidad necesaria
Venezuela necesita hoy universidades comprometidas con un futuro de producción científico-técnica enmarcado en dimensiones fundamentales del mundo de hoy: la ecología, la democracia verdadera y el humanismo. La Universidad que el país requiere se debe a la sociedad, a sus intereses colectivos, a lo público y al bien común. Es esa institución la que debe asumir la responsabilidad social –pública- de cumplir con las necesidades, expectativas y valores sociales, respondiendo de manera crítica y reflexiva a las nuevas realidades generadoras de desafíos globales, contextos y valores.
La universidad debe concebirse, no sólo como un proyecto educativo, sino también cultural y social, que implica la apertura a la posibilidad de experiencias inéditas en docencia, investigación y extensión, en momentos en los cuales diversos cambios del entorno afectan y seguirán afectando a las universidades: la conversión de COVID-19 en una pandemia que ha cambiado muchas perspectivas de la vida en común; las amenazas a la vida sobre el planeta producto de un patrón civilizatorio de guerra permanente contra la naturaleza y los pueblos originarios, vale decir, aquellos pueblos y comunidades que han persistido en vivir en armonía con ella; las diversas formas de exclusión y violencia social; el fenómeno de las migraciones y desplazamientos humanos; la crisis de los valores; los problemas éticos de los avances científicos y tecnológicos; las transformaciones del mundo productivo y laboral; las nuevas tecnologías de información y comunicación que transforman las percepciones y representaciones individuales y colectivas de la realidad; la brecha entre países industrializados y del Sur Global acentuada con los procesos de globalización; la crisis del sistema democrático formal, y otros.
El ambiente en el cual puede darse tal tipo de desarrollo institucional, es el de una universidad autónoma, democrática, abierta al análisis y discusión de todas las ideas y corrientes de pensamiento, así como a un amplio diálogo intercultural sin dogmatismo ni prejuicio; y que tenga como compromiso fundamental dar respuestas a las necesidades populares y al desarrollo nacional, procurando siempre el bienestar para toda la sociedad.
Las tareas urgentes
La dramática situación actual contrasta notablemente con la visión de la universidad necesaria. El proceso inédito de destrucción de la institucionalidad universitaria, similar a lo que viene ocurriendo con todas las instituciones del Estado venezolano, tiene que ser urgentemente detenido y revertido.
Resulta imperioso el diseño de un plan de salvación de lo que aún puede quedar en pie de las universidades. Hay tareas que pueden asumirse aún en presencia de la pandemia.
Cada segundo que pasa hace mucho más difícil y costosa la tarea de recuperación institucional de las universidades, tanto en su planta física y equipamiento, como en su cultura institucional, en el conocimiento, en su talento. Esta recuperación demanda:
– Condiciones dignas de remuneración y trabajo para profesores, empleados y obreros y de estudio para sus estudiantes.
– Renovación democrática de las autoridades, en el menor tiempo y mejores condiciones posibles.
– Levantar la información de las urgencias en materia de infraestructura, bienes y servicios para una inversión especial temprana, que garantice un hábitat adecuado de trabajo y estudio, e incluya comedor y transporte.
– Vigilancia permanente de los espacios universitarios frente al hampa.
– Vacunación de toda la comunidad universitaria, profesores, estudiantes, empleados administrativos y obreros como condición básica para la reanudación de actividades presenciales.
– Mejoramiento significativo en las condiciones de vida, de trabajo y de estudio de los universitarios.
– Realización de una auditoría pública e integral de la gestión administrativa y operativa.
– Reconocimiento por parte del gobierno de los actores de las universidades: autoridades, gremios y sindicatos, sin distinción de naturaleza política ni de otro orden.
– Apoyo a los programas de salud existentes y a la recuperación de la capacidad operativa y financiera de los institutos de previsión social.
– Restitución del presupuesto necesario y suficiente para investigación.
– Elaboración de un sistema de indicadores adaptado al país que permita establecer y hacerle seguimiento a la situación real del ecosistema de ciencia, tecnología e innovación, de educación universitaria, con auditoría de matrícula y de cargos en las universidades.
– Restitución de las providencias estudiantiles.
– Mecanismo de ingreso estudiantil universitario establecido por acuerdos entre el ejecutivo y las universidades.
El patrimonio más importante de toda universidad es el conocimiento creado o adquirido y su difusión hacia toda la sociedad, especialmente en la formación de nuestros jóvenes mediante actividades formales y no formales, constituyendo el aporte más importante que puede dar. Cualquier perspectiva de recuperación de la nación pasa por rescatar su capacidad de conocer, descubrir y aportar soluciones inteligentes y sólidas a los problemas científicos, técnicos, sociales y culturales, y ese es un papel esencial de toda universidad en cualquier parte del mundo. Hay que asumir las tareas de recuperación de las universidades como condición esencial para la recuperación de la Nación.
Unidad para salvar la universidad venezolana
Las comunidades universitarias están llamadas a asumir las urgentes tareas que permitan conducir un esfuerzo nacional por la defensa de la educación universitaria. Para ello se hace imprescindible:
– La unidad de los gremios docentes, estudiantiles y de trabajadores, en un plan único de acción.
– El debate libre y democrático (aunque sea por medios virtuales) que avance en la integración de los diferentes puntos de vista y concilie visiones internas hasta ahora enfrentadas.
– Poner en marcha distintas iniciativas para visibilizar la crisis universitaria y sensibilizar al país sobre la urgencia de la lucha planteada.
La sociedad venezolana necesita de su universidad, y la universidad requiere integrarse plenamente con la aspiración de cambio que hoy predomina en la gran mayoría ciudadana. NO HAY REPÚBLICA SIN UNIVERSIDAD, PERO TAMPOCO PUEDE HABER UNIVERSIDAD SIN REPÚBLICA. Y eso es lo que hoy se está disolviendo ante nuestros ojos, y debemos detener.
La defensa de la universidad autónoma, democrática, científica, popular y de calidad, es un paso necesario para salvar a la Nación. A eso convocamos.
Venezuela, a los 14 días del mes de abril de 2021.