Xavier Antó, un hombre de 90 años que vive en Barcelona, España, encontró en una ventana a pie de calle: la única opción para acompañar a su esposa que está internada en una residencia de ancianos por un Alzheimer avanzado. Y, aunque no la puede tocar ni escuchar, él se las ingenia para hacerla reír y recordar. “Que no se olvide de mí”, es su único deseo.
Tres o cuatro veces por semana, Xavier toma un taburete y se sienta frente a una ventana a pie de calle que da a la residencia de ancianos donde está ingresada su esposa, Carmen Panzano, de 92 años. Después de más de 60 años de matrimonio, es la primera vez que pasan tanto tiempo separados.
Y aunque Xavier no la puede tocar ni escuchar, aprovecha ese cristal, que los une y los separa a la vez, para besarla, hacerla recordar y reír.
Historia de amor
Xavier y Carmen comenzaron su relación en 1953, cuando él era músico de orquesta y fue contratado para la fiesta mayor de Huesca, el mismo lugar donde Carmen pasaba sus vacaciones. Aproximadamente dos años después de este encuentro se casaron y a partir de entonces empezaron a construir una vida juntos. Ella todas las tardes lo esperaba para comer y él aprovechaba ese momento para contarle sus historias del trabajo. Y así, entre charlas, paseos, viajes y aventuras, la vida fue pasando.
La historia tuvo un punto de giro hace 14 años cuando a Carmen le diagnosticaron Alzheimer. Xavier intentó de mil maneras atenderla en casa: colocó agarres en los pasillos para que pudiera moverse con mayor facilidad, puso unos escalones para que pudiera salir al patio, cambió el sentido de la puerta del lavamanos para que, si llegara a caerse, él pudiera entrar y ayudarla. Pero, finalmente, llegó un día que necesitó ayuda y hubo que ingresarla en una residencia de mayores.
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