Grupos rebeldes armados, considerados como terroristas por Estados Unidos y la Unión Europea, están ganando cada vez más fuerza y poder en Venezuela, ante la crisis económica que vive el país y la ausencia del Gobierno.
Por semana.com
Una investigación llevada a cabo por el portal Dnyuz deja en evidencia que hay regiones venezolanas en las que estos grupos armados llevan agua potable, imparten talleres agrícolas y ofrecen chequeos médicos.
También han adquirido funciones “legales y administrativas”, como la mediación en disputas de tierras, sanciones a los ladrones de ganado, resolución de divorcios e investigaciones de delitos.
El auge de estos grupos armados se ha dado luego del colapso de la economía venezolana, el cual hizo que la credibilidad del Gobierno disminuyera y la población optara por sus propios medios para intentar sobrevivir y prosperar.
En la frontera colombo-venezolana, los ciudadanos venezolanos agradecen la llegada de los grupos armados que pusieron “orden” en la región, pues aseguran que antes estaban siendo acosados y perseguidos por bandas de narcotraficantes locales.
Los guerrilleros “son los que trajeron la estabilidad aquí”, dijo Ober Hernández, un líder indígena en la península de La Guajira cerca de Colombia. “Trajeron la paz”.
La guerrilla del Ejército de Liberación Nacional, conocida como ELN, el grupo rebelde más grande que queda en América Latina, comenzó a cruzar hacia la parte de la península de Venezuela el año pasado desde Colombia, donde han estado en guerra con el Gobierno durante más de 50 años.
A pesar de las evidencias de la llegada del ELN a Venezuela, el presidente del vecino país, Nicolás Maduro, ha negado en repetidas ocasiones la presencia del grupo terrorista en territorio venezolano.
Según estimaciones del Ejército Nacional de Colombia y de expertos, el ELN tiene operación en más de la mitad del territorio venezolano.
El alcance de los insurgentes en Venezuela se hizo aún más evidente el mes pasado, cuando el gobierno lanzó la mayor operación militar en décadas para desplazar a una facción disidente de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc), desde el remoto estado de Apure, donde la guerrilla tendió emboscadas e implantó minas.
En Caracas, Maduro todavía tiene un firme control sobre las principales palancas del poder, y su ejército aún es capaz de responder con fuerza a las amenazas a su Gobierno. Pero en gran parte del país, el estado venezolano y su autoridad se están reduciendo drásticamente, lo que permite que grupos armados y organizaciones criminales de todo tipo tomen el control.
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