Cuando los socialistas gobiernan, las contribuyentes padecen. Sistemáticamente, el PSOE tiende a subir los impuestos. Pero, entonces, como en la película “Sospechosos habituales”, aquí están pasando cosas raras.
De pronto, los socialistas se oponen a aumentar la presión fiscal. Lo ha dicho la ministra de Economía: “No es el momento de subir impuestos, y menos a corto plazo”. Y el candidato del PSOE para las elecciones de Madrid, Ángel Gabilondo, repite sin cesar: “No se tocarán los impuestos”.
Una posible explicación es puramente coyuntural, a saber, que como hay elecciones corresponde incurrir en toda suerte de contradicciones, en especial si los socialistas están a la baja y se arriesgan a que Isabel Díaz Ayuso les propine un apreciable revolcón. Así se entiende que don Ángel, como cualquier político, diga al mismo tiempo que no subirá los impuestos y que sí aumentará el gasto: “Mi programa es resolver problemas. ¿Cómo hacerlo? Potenciando los servicios públicos: sanidad, educación y políticas sociales. Para mí, Comunidad es igual a servicios públicos”.
Como es sabido, lo que no puede ser, no puede ser: es imposible subir el gasto público sin subir los impuestos. Pero, como digo, esto es normal en los políticos. Más interesante es la argumentación por la cual los socialistas se han vuelto contrarios a los impuestos. Así la expuso el candidato: “Porque los ciudadanos han hecho un gran esfuerzo y no hay que pedirles más. Tenemos recursos, gastémoslos bien, orientando bien las prioridades. Necesitamos estos dos años para recuperarnos”.
Pero si no hay que subir los impuestos para no castigar a los ciudadanos, y para propiciar el crecimiento de la economía, ¿por qué extraña razón los jerarcas del PSOE quieren subirlos dentro de dos años? También es posible que la izquierda se esté preparando para un cambio de rumbo. Esta sería la explicación estructural. Es decir, las corrientes de fondo de la opinión pública pueden estar cambiando, la gente puede estar masivamente cansada de que le suban los impuestos, y rechaza cada vez más la vieja mentira progresista según la cual van pagar más solamente los asquerosos ricos. Esto se irá dilucidando con el tiempo, y sobre todo con las derrotas electorales de quienes, como siempre hace la izquierda, siempre han subido los impuestos. En todos los momentos.
Este artículo fue publicado originalmente en La Razón (España) el 1 de mayo de 2021.