Luis Barragán: El Nacional, un mundo de trabajo

Luis Barragán: El Nacional, un mundo de trabajo

Luis Barragán @LuisBarraganJ

La búsqueda, encuentro, e interpretación de la información, requiere de un extraordinario nivel de profesionalismo. Y, aunque muchos crean que basta con un teléfono inteligente, saldo y batería, para tratar de cualquier hecho, reclamándolo como noticia, lo cierto es que el libre ejercicio de la prensa exige algo más que una suerte de voluntarismo difusor.

Porque jamás creyó en la verdad, adulterándola, el régimen ha.monopolizado los medios de comunicación como una prolongación más de los servicios de contrainteligencia y de la obcecada autopromoción de siempre. Y, en lugar de la inmediata expropiación de los medios privados, los ha adversado desde la amenaza, la extorsión y un penoso cierre final, proveyéndose de una oposición política, como escasamente la tiene en el terreno estrictamente partidista.

Expandido el virus de la desespecialización, ha asfixiado económicamente a las empresas, gremios y escuelas de la noticia, reducida al heroico atrevimiento de la denuncia ciudadana que todo lo arriesga. Y, así como el mismo médico cubano atiende un caso de peritonitis y otro de una dolencia cardiovascular, resoviéndolos con iguales pastillas, algo semejante ocurre con la burocracia de fablistanes y relacionistas públicos, ocultando los sucesos trágicos de Apure y la falta de vacunas, a favor de las peregrinas medidas del “antibloqueo” y la inspirada ocurrencia que despache Maduro Moros, el vacunado.





Lo ocurrido con El Nacional, ya advertida La Patilla, habla de la represión devenida modelo de negocios en las torceduras del socialismo industrializador de la molicie. Acabar con el periódico habla de toda una empresa del empobrecimiento espiritual del país, rentable para el Estado criminal que así se explica.

Esto es, en definitiva, tratar de liquidar una tradición de trabajo que incluye tan elemental noción y valor. Nuestra solidaridad con los directivos, periodistas, reporteros gráficos, empleados administrativos, obreros y, fundamentalmente, los lectores de El Nacional. Sin embargo, parte de la Venezuela que se resiste a morir, no sé cómo hará y haremos, sobrevivirá frente a las amargas circunstancias del siglo XXI que no termina de llegar.