Hace 25 años, la microbióloga caraqueña María Gloria Domínguez Bello comenzó a hacer estudios con comunidades indígenas. Así lo reseñó BBC News.
La experiencia ha sido muy reveladora. Y no sólo en términos científicos.
Al hablar sobre sus incursiones en la selva sudamericana es evidente su entusiasmo y su agradecimiento con las poblaciones que le han permitido a ella y a sus colegas entrar para conocer cómo viven.
“Tenemos mucho que aprender de ellos”, dice con admiración.
Mayor diversidad
Sus estudios con algunas poblaciones indígenas reflejan una notable diversidad de microbiota entre sus miembros.
En las comunidades más remotas, cuenta, han podido obtener, de sus integrantes, muestras de diferentes partes del cuerpo (piel, nariz y boca), tomadas con hisopos.
“En las heces de los yanomamis muy aislados hay casi el doble de la diversidad bacteriana que la que tenemos nosotros”.
Prácticas antimicrobianas
“Es fascinante”, dice. “Ves el gradiente de urbanización clarísimo”: a medida que la gente adopta el estilo de vida industrializado y vive en ciudades, adopta “muchísimas prácticas” que son antimicrobianas.
Y no sólo se trata de hábitos de higiene, sino del consumo de antibióticos, del uso de sustancias antibacterianas y de conservantes.
“Las latas no se pudren porque están llenas de inhibidores de microbios”.
Sus hábitos alimenticios
En algunas comunidades, cuenta Domínguez, “dan un mes de permiso postnatal a ambos padres y después la madre se viste con su bebé y se va a trabajar. Primero, lo lleva en el pecho y después atrás”.
“Esa mujeres hacen un tremendo ejercicio con un peso encima y tienen posturas correctas. Se acuclillan, una posición muy sana”.
Las familias “no se sientan a comer tres veces al día, como nosotros. Típicamente se reúnen en la noche y comen juntos para conversar”.
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