Estados Unidos ha propuesto que los países acepten un impuesto mínimo global de 15% en las negociaciones internacionales destinadas a poner fin a la competencia para atraer a las empresas a través de tasas baratas, que posteriormente terminan erosionando los ingresos del Gobierno.
Por Infobae
“Es imperativo trabajar multilateralmente para poner fin a las presiones de competencia fiscal y erosión de la base impositiva corporativa”, dijo este jueves el Departamento del Tesoro en un comunicado. “El Tesoro subrayó que el 15% es un piso y que las discusiones deben continuar siendo ambiciosas para lograr elevar esa tasa”.
La oferta, que se produjo en las conversaciones celebradas esta semana, acerca la posición de Estados Unidos a la tasa de 12,5% que se había discutido en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) antes de que el país volviera a participar en las negociaciones tras la elección de Joe Biden como presidente. La medida estadounidense podría proporcionar un impulso adicional para llegar a un acuerdo en el verano, como la OCDE ha estado apuntando.
Algunos países con impuestos más bajos, como Irlanda, con una tasa corporativa de 12,5%, se habían mostrado escépticos sobre la tasa de 21% que la Administración de Biden había propuesto anteriormente para los ingresos globales obtenidos por empresas estadounidenses. A los funcionarios británicos también les preocupa que a largo plazo la tasa resulte demasiado alta, a pesar de que el Reino Unido tiene la intención de aumentar para 2023 su impuesto corporativo a 25% para reponer las finanzas públicas después de la pandemia.
El Gobierno de Biden está tratando de influir en otros países en las conversaciones de la OCDE para acordar una tasa más cercana a la que podría tener EEUU, por lo que habría menos desajuste. El Tesoro ha priorizado un impuesto mínimo global tanto en sus propuestas para revisar las normas fiscales internacionales de EEUU, como en las negociaciones de la OCDE.
A principios de abril, Estados Unidos publicó un marco para la renovación del sistema global, retomando las conversaciones con aproximadamente 140 países después de que la Administración Trump se retirara de las negociaciones.
Las propuestas estadounidenses también han establecido el objetivo de garantizar que las 100 compañías más grandes del mundo paguen más en lugares donde realmente hacen negocios. Si bien persisten las dudas sobre la aplicabilidad de tal medida, la resolución de disputas y cómo podrían beneficiarse las economías más pobres, la iniciativa más amplia reinyecta el impulso en un proceso que por poco provocaba una guerra comercial en la era del expresidente Donald Trump.
El enfoque de la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, ha provocado una recepción más cálida de los países más grandes cuyas arcas del Tesoro tienen más que ganar mediante la captura de ingresos de compañías globales que operan en mercados nacionales lucrativos. Francia estuvo entre los que respaldaron las medidas de EEUU. Otras naciones que ganan dinero al alojar multinacionales mostraron sus reservas.
En territorio estadounidense, Biden propuso aumentar la tasa del impuesto corporativo de 21% a 28%. La idea ha sido universalmente criticada por republicanos y muchos grupos empresariales, quienes dicen que la medida haría a EEUU menos competitivo, en tanto que el senador demócrata moderado clave Joe Manchin, ha pedido un aumento menor.
Según la OCDE, los cambios en la forma en que se asignan los derechos tributarios podrían redistribuir alrededor de US$100.000 millones, mientras que el pilar de impuesto mínimo, combinado con las normas estadounidenses existentes, aumentaría los ingresos globales para los Gobiernos hasta en US$100.000 millones por año.