«Salvar a Perú del comunismo», con ese mensaje fue con el que Keiko Fujimori cerró este jueves su campaña electoral para las elecciones presidenciales del próximo domingo, que presentó como una cruzada contra el «odio» y por la «unidad» de los peruanos.
En un acto multitudinario en el populoso distrito limeño de Villa El Salvador, Fujimori, su equipo, y sus más fervorosos aliados como Álvaro Vargas Llosa, hijo del premio Nobel Mario Vargas Llosa, que hasta hace pocas semanas era su más acérrimo enemigo, la candidata refrendó la noción que esgrimió durante toda la campaña de que el voto no es por ella, sino por el «futuro» del país.
Todo transmitió ese mensaje, desde el uniforme de la selección de fútbol que portaron los presentes en el estrado hasta los invitados de todo tipo que participaron en el mitin, pasando por el «jingle» que alertaba constantemente de la «grave amenaza» que acecha al país en forma del «comunismo al que hay que ganar».
«Dentro de tres días tomaremos una de las decisiones más trascendentales de nuestras vidas, cuyas consecuencias reverberarán por décadas en la historia del Perú. Dentro de 30 años, nuestros hijos y nietos dirán que el 6 de junio los peruanos pudieron ponerse en pie para decir no a un enemigo atroz, el comunismo, el odio de clases, el odio de razas, y los derrotamos», dijo Álvaro Vargas Llosa en un discurso que resumió el espíritu de la reunión.
A juicio del periodista, si gana Fujimori, Perú verá el inicio de la «reconciliación entre peruanos» que permitirá combatir el único enemigo del país, «la pobreza» y evitará que la población quiera entregar su voto «a un candidato que proclama el odio y la división de los peruanos.
«La causa de la libertad es hoy día la causa de Keiko Fujimori. Es hora de creer, es hora de confiar, es hora de convertirla en la primera presidenta del Perú», dijo Vargas Llosa, antes de jalear «Keiko presidenta, Keiko presidenta, Keiko presidenta».
Propuestas
Entre bailes y música, Fujimori también escenificó el reencuentro con su hermano Kenji, con quien estaba enfrentada desde hace años, y ratificó varias de sus propuestas de campaña orientadas a que Perú logre «dar un cambio, pero no hacia atrás, sino adelante».
Así, insistió en que impulsará el control del COVID-19, que ha dejado el Perú como el país del mundo con mayor mortalidad con relación a su población mediante el uso de pruebas moleculares masivas, dijo que construirá nuevas postas médicas y hospitales y abrirá cien plantas de oxígeno.
Además, dijo que se aplicará en la vacunación y logrará inyectar 160.000 vacunas por día si llega al poder.
En cuanto a la economía, destruida «debido a las pésimas decisiones de las cuarentenas tan largas», indicó que, por ejemplo, impulsará la apertura de pymes con exenciones a la tributación y a la exigencia de licencias para operar.
También buscará la construcción de «formalidad» (en Perú el 80 % de la población tiene empleos informales) y anunció que la hacienda peruana dejará de perseguir «abusivamente» a los emprendedores.
Habló de créditos por 10000 millones de soles (unos 2500 millones de dólares) para los pequeños negocios con «cinco años de gracia» e insistió en la entrega de un bono de 10000 soles (2500 dólares) a cada una de las más de 185.000 familias con víctimas del COVID-19 en su seno.
La entrega de dos millones de títulos de propiedad de terrenos públicos, incrementar pensiones a los adultos mayores tanto en cantidad de subsidio como en el número de personas beneficiadas fueron otros temas de su discurso final de la candidata.
EFE