A uno puede gustarle o no un deporte y practicar alguno o ninguno y no pasa nada. Pero cuando nos ausentamos o pretendemos estar ausente o ser neutrales en política, ayudamos a crear un vacío o ausencia de ciudadanía. Por allí se nos “cuelan” los malos gobernantes y los malos gobiernos. Igual de peligroso o más son los fanatismos ideológicos, políticos y sectarismos partidistas. Ello significa la posibilidad real de cancelar la política como ejercicio ciudadano plural y democrático y de sistemas abiertos y se nos “cuela” la primitiva y brutal lucha por el poder como hegemonía autoritaria/totalitaria. Creo que esto no lo terminamos de entender. Chávez y su grupo buscaban el poder con un proyecto autoritario militar y devino, por diversas circunstancias, en un proyecto comunista bajo guía y tutelaje castrista. Cuando decimos que Chávez y Maduro han sido pésimos gobernantes estamos usando nuestra lógica ciudadana y democrática, pero para su proyecto de poder longevo, autoritario/totalitario, han sido completamente exitosos mientras conserven el poder y el gobierno como medio de control y riqueza.
En la lógica del régimen, intereses y conveniencias está todo lo que ha venido ocurriendo: destrucción económica e institucional, éxodo masivo, anomia social, falta de gasolina y hasta la pandemia les ha resultado beneficiosa. Todo lo que nos obliga a emigrar, nos desalienta y atemoriza les conviene al régimen, hasta la justa queja los beneficia, porque la queja no expresa otra cosa que nuestra indefensión e impotencia. El régimen compite y “juega” rudo en artes marciales y muchos, entre otros algunos políticos y dirigentes, siguen añorando el grato y etílico dominó en que terminó la política de la época del bipartidismo de AD y Copei.
La política siempre es complicada y compleja en cualquier sistema, época y circunstancias y en las nuestras, todo es más difícil. Para no naufragar, la oposición tiene que respetarse entre sí y respetar las diversas opciones y decisiones por la sencilla razón que la praxis política como presente absoluto, no tiene un desenlace conocido o anticipado. Solo en el “después” se sabrá quién tuvo éxito y razón.