El impresentable estado de la economía cubana tras más de sesenta años de comunismo ha vuelto a saltar a la palestra, esta vez ante la cascada de manifestaciones pro-libertad que están sacudiendo al régimen “castrista”, cuya represión ya se ha cobrado más de cien desaparecidos. Lamentablemente, y como era de esperar, el gobierno español no ha movido ni un dedo para respaldar al pueblo cubano en su lucha contra la tiranía y, de hecho, desde los elementos más radicales del Ejecutivo se ha deslizado una vieja mentira de la propaganda comunista cubana: a saber, la del supuesto “bloqueo” económico que Estados Unidos estaría imponiendo a la isla.
Como su propio nombre indica, el “bloqueo” consiste en impedir que una demarcación pueda comerciar con el resto del mundo, tomando medidas militares que aseguren la interrupción de todo tipo de relaciones con cualquier otro país. Esta práctica fue habitual en tiempos pasados, como mecanismo de presión en épocas de guerra. Sin embargo, lo cierto es que no existe ningún tipo de “bloqueo” sobre la isla de Cuba, al contrario de lo que sostiene la propaganda del régimen.
Lo que sí hace el país norteamericano es imponer un “embargo” que limita las relaciones económicas de las empresas estadounidenses con la isla. El motivo por el cual se introdujo dicho “embargo” es simple: como Fidel Castro acabó con la propiedad privada, Washington quiere impedir que el régimen haga negocio comerciando con esos bienes que han sido robados a millones de cubanos que acabaron muertos, encarcelados o exiliados. En España, el artículo 298 del Código Penal recoge dicha práctica como un delito de “receptación”.
Así las cosas, la mejor demostración de que no cabe hablar de ningún “bloqueo” económico es que, en 2019, Cuba importó bienes valorados en más de 5.000 millones de dólares, siendo España el principal mercado al que compró estos productos, con una cuota cercana al 20% que viene seguida de China, con un 15%.
De hecho, como el “embargo” de Estados Unidos no es total y sí permite la importación de alimentos y otros bienes de primera necesidad, encontramos que el país norteamericano genera el 5% de las importaciones que hace la isla, incluyendo más del 50% de la comida que llega a Cuba. Así, en los últimos veinte años, el régimen castrista se ha visto obligado a comprar más de 6.000 millones de dólares para hacerse con bienes generados por productores estadounidenses.
Hipocresía de los colaboracionistas
Desmontado este viejo mito que la izquierda española insiste en recuperar como fórmula para seguir legitimando una dictadura atroz, vale la pena señalar la abierta contradicción en que incurren quienes enarbolan el discurso del “bloqueo” desde dicha trinchera. Al fin y al cabo, la misma izquierda que se vuelve librecambista a la hora de evaluar esta cuestión suele invocar la toma de medidas comerciales proteccionistas y el repliegue generalizado de la globalización económica. De modo que su discurso se antoja aún más hipócrita: ¿desde cuándo les preocupa el libre comercio?
Por otro lado, es importante no caer en la trampa de convertir este debate en una cuestión económica, porque no lo es. La producción en Cuba está hundida simple y llanamente porque la isla ha sufrido sesenta años de comunismo. Y el hecho de que la economía funcione mejor o peor, o el hecho de que Estados Unidos tenga una u otra forma de relación comercial con la isla, no justifica en absoluto las reiteradas violaciones de los derechos humanos que ha perpetrado y sigue perpetrando el “castrismo”, desde 1959 hasta hoy.
Este artículo se publicó originalmente en Libertad Digital el 15 de julio de 2021