Sorpresa primero, pánico después. El agua que inundó la ciudad de Mayen al oeste de Alemania, provocó que sus habitantes, todavía desconcertados, vivieran una noche angustiosa.
Si esta localidad de cerca de 20.000 habitantes, incrustada entre colinas verdes, no ha lamentado ninguna víctima, las lluvias torrenciales y las inundaciones que azotaron a esta región alemana han dejado al menos 42 muertos y decenas de desaparecidos.
“Nadie esperaba esto. ¿De dónde viene toda esta lluvia? Es una locura. Hacía un estruendo espantoso”, cuenta a la AFP Annemarie Müller, que apenas durmió durante la noche.
Las fuertes precipitaciones anegaron el pequeño río Nette, un afluente del Rin que suele atravesar de manera apacible la ciudad con arquitectura medieval.
“Tuvimos suerte”
“Nos sentamos en el balcón y vimos el Nette cómo se desbordaba, no podíamos hacer nada. Mientras no haya ninguna vida en peligro, se puede soportar”, suspira un pensionista de 65 años mirando su jardín inundado.
El panorama es desolador: los garajes de la calle son inaccesibles; el agua, que ya ha comenzado a remitir, todavía llega a la altura de las rodillas.
“Tuvimos suerte”, relata su vecina Andrea Schär: “La bodega está completamente inundada y el agua se elevó a 4 centímetros del suelo de la planta baja. Fue rápido, en 20 minutos toda la bodega estaba anegada”, explica una mujer de 55 años.
Los habitantes aseguran no haber visto nada igual. Muchos se asombran de la velocidad con la que subía el agua.
“En 2016, ya habíamos vivido inundaciones extremas, pero estas las han superado con creces. Estábamos listos y teníamos estructuras en su lugar. Pero nunca se puede estar al 100% preparado para este tipo de sucesos”, señala Uli Walsdorf, jefe adjunto del Departamento de Bomberos en Mayen.
Casas derrumbadas
Ortrud Meyer, una educadora de 36 años, también está tratando de drenar el agua de su sótano, la actividad más común en las calles de Mayen este jueves.
Reside en esta localidad desde hace 6 años, sabe bien lo que es una zona de inundación y, por tanto, no conservaba objetos de valor en su sótano. “Somos conscientes del peligro, pero nunca habíamos visto algo así”, puntualiza. “Mi padrastro tiene casi 80 años, es de Mayen y tampoco había vivido algo parecido”, prosigue.
Sin embargo, los habitantes tienen conciencia de haber escapado de lo peor. A menos de 50 kilómetros de sus casas, el distrito ha pagado un precio caro por la tempestad: 18 muertos y numerosos desaparecidos.
En el municipio de Schuld, también atravesado por un arroyo, varias casas fueron arrastradas y murieron varias personas. Se prevé que las lluvias continúen hasta el viernes.
AFP