La influencia de las redes sociales en las recientes protestas sociales en Cuba ha sido clave para su multiplicación y para reportar al mundo lo que acontece en la isla, aseguran expertos en comunicación, libre expresión y prensa de la región consultados por la Voz de América.
Por Gustavo Ocando Alex / vozdeamerica.com
Miles de cubanos de la población de San Antonio de los Baños, a unos 20 kilómetros al suroeste de la capital de la isla, La Habana, salieron a las calles la mañana del domingo 11 de julio para exigir a gritos “libertad” y el fin de “la dictadura”, descontentos por la escasez de productos básicos y medicinas.
Fue allí donde se realizaron las primeras transmisiones en vivo, conocidas en la isla como “directas, de manifestantes cubanos a través de Facebook Live. Las imágenes permitieron evidenciar la inédita multitud y el tono de las protestas, que se replicaron ese mismo días en al menos 20 pueblos y ciudades a lo largo de la isla.
Cerca de las 4:00 de la tarde, las “directas” cesaron en varias zonas de Cuba por restricciones del servicio de Internet y el bloqueo selectivo de algunas redes sociales de parte del gobierno del presidente Miguel Díaz-Canel.
Las interrupciones parciales de las telecomunicaciones persisten cuatro días después, mientras el gobernador del estado de la Florida, Ron DeSantis, llamaba este jueves a la administración de Joe Biden a apoyar esfuerzos para mantener el servicio de Internet en Cuba con el uso de globos como puntos de acceso flotantes de Wi-Fi, según reflejó la agencia Associated Press.
Video VOA
Andrés Cañizález, periodista venezolano y director de la firma Medianálisis, que promueve las herramientas de la comunicación a favor de la democracia, diagnostica que la difícil situación socioeconómica de Cuba se fue “caldeando” en los últimos meses gracias a las críticas publicadas en medios digitales por jóvenes y artistas disidentes del gobierno caribeño.
Compara el momento vivido en la isla con la conocida Primavera Árabe, el movimiento que tuvo lugar del 2010 al 2012 en países del norte de África y el Medio Oriente, y que consistió en que miles de manifestantes pidieron en las calles democracia, derechos sociales hasta conseguir derrocar a los régimenes imperantes hasta entonces. Las redes sociales jugaron un papel importante enviando mensajes y en el debate de ideas mientras se producían esas protestas.
“Lo que hemos visto ahora era impredecible en Cuba, fue un estallido, pero las expresiones de rechazo a la dictadura en redes sociales puede conectarse con la Primavera Árabe. Una vez que se ven las primeras manifestaciones en las calles, tuvo un efecto multiplicador en una población hastiada”, apunta.
Cañizález, que vivió dos años en la isla antes de las masivas manifestaciones de 1994 conocidas como “El Maleconazo”, que llevó a un éxodo masivo por mar en precarias embarcaciones, cita en conversación con la Voz de América el título de un libro del autor checo Václav Havel para referirse al impacto de las redes sociales y los medios digitales en las protestas cubanas.
“Para mí, las redes sociales son ‘el poder de los sin poder’. Son catalizadores. Es la posibilidad de que gente común o activistas que no necesitan tener un cañón, un periódico o un canal de noticias, puedan manifestarse, conectarse, dialogar con otros y manifestar su rechazo con lo que están viviendo. Eso es clave”, dice.
Video VOA
De las etiqueras a las personas
El gobierno de Díaz-Canel denunció que las protestas en Cuba incluyeron un comportamiento que tachó de “vulgar, indecente, delincuente” contra las fuerzas públicas. Este jueves, la ONG Human Rights Watch reportaba el arresto de al menos 200 manifestantes y opositores, mientras informes de la prensa internacional daban cuenta del regreso paulatino a la normalidad.
El gobernante cubano opinó, asimismo, que parte de los manifestantes estaban “confundidos”, otros “tenían insatisfacciones legítimas” y que otra porción fue secundada por “contrarrevolucionarios” y “mercenarios” financiados.
Sus críticos recurrieron a las redes sociales para acusarle de “llamar a una guerra civil” al ordenar a sus simpatizantes a salir a la calle al “combate”. Yoani
Sánchez, periodista y directora del diario digital 14ymedio.com, fue una de las que ayudó a posicionar la etiqueta #SOSCuba para alertar del acontecer isleño.
“No hay ambulancias para trasladar un enfermo grave, pero, si de patrullas policiales se trata, el combustible nunca falta. #SOSCuba #CorredorHumanitario #NoTenemosMiedo”, escribió Sánchez en su cuenta oficial de Twitter, @yoanisanchez, la noche del jueves.
Luis Carlos Díaz, periodista venezolano especializado en ciberactivismo, infociudadanía y el uso de las redes sociales para el debate político, las etiquetas en redes sociales “tienen vida corta” y pueden mutar según los hechos.
“Es lo de menos. Puede ser #SOSCuba y mañana cualquier otra. Las etiquetas aglutinan conversaciones, pero tienen vida corta y son sustituidas por nuevas etiquetas y conversas”, comenta en entrevista con la VOA desde Caracas.
Valora como “maravilloso” lo que aconteció más allá de las etiquetas. “La gente preocupada por estar informada descubre cuentas relevantes, influenciadores, buenos narradores de su realidad. Empieza a premiar los mejores tuits, los reenvía, se hace eco de ellos. Pasar de las etiquetas a las personas es fundamental, porque permite seguir el relato días después y aumenta aún más los lazos de confianza, que son los que definen las redes”, examina.
Infociudadanos inteligentes
Díaz, a quien agentes de los servicios de inteligencia del Estado venezolano detuvieron por 30 horas en marzo de 2019, advierte que las transmisiones en vivo o los mensajes instantáneos de usuarios cubanos “visibilizan la protesta” fuera de Cuba, pero con un efecto “limitado” dentro de sus fronteras.
“No son necesarias las redes sociales como las conocemos para multiplicar una protesta. Lo que las multiplica es la indignación acumulada y la masividad en las calles. No es que la gente está viendo Twitter en sus casas y por eso sale: es que se asoma y la historia le está pasando por el frente y entonces sale”, opina.
El periodista venezolano subraya que las restricciones a la conectividad ciudadana son una característica común de dictaduras tradicionales, como Cuba, China, Rusia, Bielorrusia y algunos países del Medio Oriente.
“En América, (las restricciones) las vive peor que nadie Venezuela, que es el país con más páginas web bloqueadas, más personas presas por opiniones en línea y con la mayor caída de conectividad de la región”, dice, convencido de que los infociudadanos son “más inteligentes” que esas técnicas autoritarias.
“Vienen de un ecosistema de escasez informativa. Por lo tanto, aprecian mucho más cada pieza, cada pedacito de nueva información que le cuente lo que ocurre. La gente aún sin Internet puede seguir registrando lo que ocurre. Puede grabar, fotografiar, escribir, entrevistar, puede documentar lo que ocurre”, señala.
A su entender, aún sin conectividad, la gente en Cuba puede guardar o compartir localmente sus materiales. “Y luego, cuando vuelva la conexión, cuando se reconecta alguien, vuelven a fluir las piezas informativas”, indica.
Según Díaz, ese fenómeno es “difícil de parar” en países como Cuba o Venezuela, debido a una máxima democrática: “la esperanza es contagiosa”.