Por un momento, ¿te has detenido a pensar si tus encuentros sexuales han sido de forma consciente? Percibiendo el aroma de la piel de tu pareja; escuchar su respiración y gemidos; el sabor de sus fluidos y de cómo el cuerpo de los dos reaccionan a las estimulaciones… La sexualidad en la filosofía tántrica busca que las personas perciban su energía y la del otro en todo su esplendor. EXTRA y dos expertos te detallan más de esta doctrina que te dará una visión diferente del ‘cuerpeo’.
Por: Extra
Para comprender la sexualidad en el tantra, es necesario conocer cuáles son sus ideales. La palabra proviene de la India hace más de 5 mil años antes de Cristo, según Gustavo Plaza, maestro de yoga y fundador de Yogarahaysa.
La etimología del término nace de ‘tan’ que significa expandir y ‘tra’ sufijo instrumental. Por lo que, en español, se traduciría en instrumento para la expansión. La doctrina busca que las personas sepan que son energía.
“El tantra se refiere a una forma de experimentar la vida que busca la plenitud a través de la conexión con uno mismo y también con los demás, siendo conscientes de todo lo que nos rodea”, explica Giovana Cueva, psicóloga clínica especializada en sexología.
Para el tantra el cuerpo es un templo y, a diferencia del cristianismo, la sexualidad es una parte vital del ser que va más allá de la reproducción debido a que “también para la vivencia espiritual y compartir energético”, amplía Plaza.
Aunque pareciera sencillo alcanzar este nivel de consciencia, el escenario es otro en un mundo que vive deprisa y busca la satisfacción de inmediato. En cuanto a la intimidad, esto no cambia en nada. “Generalmente lo que sucede tendemos a pensar que el sexo es sinónimo de penetración y que si no hay genitales pues no hay placer”, recalca Cueva.
El tantra imparte que el sexo va más allá de la búsqueda momentánea de placer, se enfoca en compartir energías dejando a un lado los instintos animalísticos que causan apego o adicción. Asimismo, se tiene presente que “la sexualidad se disfruta desde la vitalidad no desde la moralidad”, dice el estudiado en yoga hace más de 30 años.
Plaza señala que no cualquiera puede alcanzar un placer cósmico sin que se despoje de una mentalidad denominada pashu que está inclinada a lo animalístico que los incentiva a que sus encuentros sexuales sean de lo más primario y carnal.
En el segundo nivel está el vira, son aquellos que tienen una fortaleza interna que los ayuda a mantener su auto-control. No se dejan llevar por sus sentidos y tampoco instintos inferiores.
El último y máximo escalón es el dyvia, las personas que alcanzaron este nivel no se apegan a pasiones y “pueden vivir su sexualidad desde el respeto y comprensión”, agrega Plaza.
Lea artículo AQUÍ