En el corazón de la “América profunda”, Escobares City (Texas) es la ciudad más pobre en el país más rico del mundo.
Por BBC
Emplazada a la orilla del Río Bravo -la frontera natural que separa a México de Estados Unidos- nunca aparece en el ranking de las urbes más pobres de Estados Unidos porque con sus 2.512 habitantes, suele ser considerada demasiado pequeña para contarla en las estadísticas.
Pero si consideramos todas las ciudades estadounidenses con al menos 1.000 personas, Escobares es -por lejos- la que lidera la lista, con un 62,4% de su población viviendo bajo la línea de pobreza, según la Oficina del Censo.
“A veces no hay para comer. Gracias a Dios tengo familiares que me invitan un plato, pero pos me da vergüenza”, cuenta Débora Hernández, ciudadana estadounidense, nacida y criada en un territorio donde ya no hay cowboys, ni actividad ganadera que mueva la economía local.
No habla inglés y apenas sabe leer.
“Tuve siete hijos y seis se me murieron. Me queda Berenice, que por suerte un doctor me la salvó”.
-¿Y de qué se murieron sus hijos?
“Pos no sé. Nunca me dijeron ni de qué se murieron, ni me dieron un papel. Yo creo que los mataron los doctores”, dice hablando tranquilamente, pero sin ninguna prueba.
Ella no sabe. No sabe realmente qué fue lo que pasó. Quizás fue una enfermedad genética, quizás su propia negligencia. No sabe y probablemente nunca lo sabrá porque tampoco entiende mucho de esas cosas.
Cuando era pequeña la enviaron a una escuela para niños con necesidades especiales y, aunque terminó la primaria, cuenta que no aprendió nada.
Básicamente, Débora no tiene muy claro cómo funciona el mundo.
Y ahí está con su marido desempleado desde octubre, con su Berenice de 3 años, con el techo de la cocina que se le llueve, con la casa hecha un desastre por dentro, preguntándose si las cosas algún día serán diferentes.
“Hay que salir de aquí… o no comemos”
Además de unos comercios que funcionan a la orilla de la carretera 83 (que une Laredo con Harlingen, en el Valle del Río Grande), no hay más fuentes de trabajo en Escobares.
Entonces la gente se va a buscar empleo fuera de la ciudad.
“A los que tenemos papeles, nos sale trabajo para el norte”, cuenta Homero Rosales.
“Lo malo es que hay que dejar a la familia abandonada por uno, dos o tres meses. Pero eso es lo que hay que hacer, hay que salir de aquí… o no comemos”.
Padre de cuatro hijos, Homero trabaja en la ciudad de Pecos, a unas nueve horas de Escobares, construyendo oleoductos petroleros en el oeste de Texas.
“No más salió de la escuela, mi hijo mayor se fue a trabajar conmigo porque aquí no hay nada”.
Para leer más, presione el siguiente link.