Muchas veces he argumentado en favor de resolver la voracidad fiscal en la que hoy en día incurren los municipios carabobeños. En particular, en aquellos municipios con potencial industrial y comercial relevante, como Puerto Cabello, Valencia y aquí en Guacara. Lo lógico, lo que dice el manual de primeros auxilios en una economía deprimida, es que la política tributaria contemple incentivos, exoneraciones y reducciones para las empresas que generen empleo local, vocación exportadora e innovación.
Sin embargo, seria un reduccionismo imperdonable creer que solo un cambio en la política fiscal es suficiente para desandar el camino socialista hacia el abismo de la crisis económica. Los municipios pueden, armados de un gobierno competente, potenciar una interacción más intensa que genere:
1) La captación de capitales como recientemente esta ocurriendo, en la bolsa de valores de Caracas, donde se registraron varios fondos de inversión inmobiliaria que tienen una creciente vocación por la propiedad industrial… Un gobierno competente, uno más pendiente del bienestar económico que en dibujar murciélagos en la calle, plantearía entre sus metas colocar a Guacara como lugar propicio para la inversión de ese tipo de empresas. Dos serian las motivaciones: a) el municipio tienes sus arcas agotadas producto de la pesima administración chavomaduristas
b) la inversión en infraestructura industrial es fundamental para relanzar el empleo y la productividad
2) Desarrollo e Innovación en productos y servicios de cara a la necesaria reconversión de las pymi que exigen los estándares actuales de la industria 4.0
3) La puesta en marcha de un ecosistema institucional para el emprendimiento que contemple el estímulo a la creación de nuevas empresas, la disponibilidad de fondos de riesgo y capital semilla, adiestramiento y equipamiento urbano destinado a incrementar la competitividad de la ciudad para ser receptora de inversiones.
En definitiva, se trata de convertir a los municipios en actores relevantes para el desarrollo económico. Guacara puede ser un ejemplo de ello, en principio, porque un nuevo gobierno puede contar con el aporte honesto, competente y formado de muchos hombres y mujeres de nuestra ciudad con ganas de hacer ese sueño posible. Con o sin militancia política, Guacara tiene ingenieros, economistas, docentes, empresarios y trabajadores dispuestos a rescatar al municipio, solo necesitan amalgamarse en un proyecto de renovación política que de forma a lo que reiteradamente hemos dado en llamar “un compromiso compartido”. El largo presente, 20 años de socialismo en Guacara para ser precisos, nos han convencido que autoridades con el chip de “mando y obedecen” no funciona, al contrario, solo autoridades que logren una sinergia real con la ciudadanía es la que puede lograr resultados, democracia y desarrollo van de la mano.
Engelbert Rivero