Los tramos más cortos pueden ser de 7 kilómetros y hasta superar los 50, en esas carreteras olvidadas en sectores de municipios foráneos de Lara, que si llegaron a tener asfalto terminó consumido en las troneras del olvido. No solo quedan en tierra, sino que obligan el tránsito zigzagueante por las grietas inmensas, derrumbes y hasta tupidas por la maleza o ramas de los árboles.
Por laprensalara.com
El deterioro de la vialidad agrícola y la escasez de combustible acorrala a productores, quienes pierden la mayoría de sus cosechas o pasan a la agricultura de subsistencia, al limitarse a sembrar para el consumo familiar.
Tal descripción lleva a la tortura de caseríos sin dolientes, pero de tierra fértil que los ubica como los principales productores de café, cebolla, maíz, melón, aguacates y otros en la región. Cada vez son menos camionetas de doble tracción, por los pocos con suerte para surtir de combustible y las motos terminan en un recorrido lento, hasta bajar los productos hacia lugares más céntricos. Una condición que llevó a la organización desde las comunidades y agricultores, para intentar acondicionar algunos tramos y recaudando dinero para el alquiler de maquinaria, además de la comida e hidratación para los habitantes fajados con los machetes para retirar la maleza y sudando parejo para tratar de nivelar con picos.
Ese paso de hasta 11 motos, cada una con 3 cestas de queso desde los caseríos Caño Rico, El Guarapo y Lava Rosa, es recordado por el productor Gerardo Castillo en el municipio Crespo. Son tramos a más de 40 minutos para llegar a Duaca y hasta se podrían tardar más de una hora, al tratarse de al menos 30 kilómetros. Un sacrificio para poder sacar lo poco de la cosecha a un lugar más céntrico y así evitar rematar los productos, frente al condicionamiento de compradores, quienes piden rebajas por lo intrincado de la vía y hasta pretenden descontarse el gasto del combustible bachaqueado, a $ 1.5 por litro.
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