¿Te sabes ya las supuestas «crisis» que se viven en una relación amorosa? Primero vendría la de los dos años, otra a los siete y algún que otro bache entremedias. Pero como ya sabes, no todas las relaciones de pareja llevan los mismos tiempos y eso hace que se trate solo de un falso mito, al igual que lo es pensar que hay un manual que explique las diferentes etapas que se viven en el amor. Las hay, pero no existe una pauta establecida.
Por abc.es
El amor que se siente en una relación es una emoción tan intensa, intangible, subjetiva y personal que es complicado dividirla en etapas. Cada uno de nosotros la vivimos de un modo distinto, aunque sí que es cierto que, según estudios científicos, una relación de pareja atraviesa diferentes fases de esta emoción que nos arrastra a sentir de un modo distinto: apasionado, romántico, pasional, tóxico, de cariño…
“En la primera etapa de una relación de pareja, nos hacemos una idea del otro y nos lo ‘inventamos'”
Las fases del amor
Silvia Sanz, psicóloga experta en relaciones de pareja, sabe cuáles son esas etapas que se viven a lo largo de una unión amorosa, pero ni por asomo es algo establecido que se cumpla al pie de la letra ni mucho menos en unos tiempos acordados. Cada relación es diferente y las fases las marcan sus integrantes.
Para empezar, casi todos hemos vivido una primera fase de luna de miel, y es aquí donde surge la atracción y el enamoramiento. En palabras de la experta, «donde el cerebro decide en función de lo que cree, no de lo que ve». Existen investigaciones que cifran que la duración exacta del tiempo que tarda una persona en enamorarse a primera vista es de 8,2 segundos. «En esta etapa, la persona amada no existe en realidad, nos hacemos una idea del otro, nos lo ‘inventamos’», cuenta.
Cuando hemos pasado esa fase, llegaría conocer a la persona amada con primeras citas, donde el tiempo es tan escaso que solo imaginamos cómo nos gustaría que fuera. «Hay ciertos rasgos que nos atraen: algún aspecto físico, cualidades que percibimos afines, todos aquellos detalles que son imperceptibles o poco racionales y nos hacen sentir de un modo distinto y nos provoca un remolino de emociones un poco ‘locas’, producto de las hormonas, unas drogas de diseño que nos proporciona el cerebro», explica Silvia Sanz.
Dice la especialista en relaciones que esto, junto a los «calores», nerviosismo o tartamudeo que nos produce esa persona, se van añadiendo en las fases posteriores de adaptación y ajuste de expectativas, «donde se produce un conocimiento más profundo del otro,» en muchas ocasiones a través de la convivencia. En ese momento, comenzamos a descubrir de verdad al otro, su cara A y B, que hasta ahora no podíamos ver a causa de la embriaguez debida a la química hormonal.
“Llega un momento en el que solemos poner en la balanza lo bueno y todo aquello que no lo es tanto”
Cuando la pareja se rompe
Es entonces dónde entran en juego decidir si nuestras expectativas están cubiertas o tenemos que ajustarlas: «Dudamos si son muy elevadas o si el otro realmente no es compatible con nuestro carácter», comenta Silvia Sanz. Es el momento de comenzar a negociar, comunicarse de un modo eficaz y aceptar al otro sin exigir más cambios que los que cada uno desee realizar. «Solemos poner en la balanza lo bueno y todo aquello que no lo es tanto. Aquí nos asaltan los conflictos, tanto externos como internos. Cada uno busca apoyo, espacio, individualidad y sobre todo que el otro cubra las necesidades o carencias que cada uno de nosotros posee», comenta. Y es en este momento muchas parejas caen al precipicio y se rompen.
Si, en cambio, logramos aceptar al otro, descubrir nuestras carencias para cubrirlas de un modo sano y ajustar los valores de ambos, que logren estar en sintonía, mediante la comunicación, se podrán superar esta y todas las fases que puedan surgir a posteriori, tal como dice la psicóloga, y pasaríamos a otra fase: luchas de poder, donde la pareja no solo desea satisfacer las necesidades de la relación, sino que además «busca satisfacer las propias» buscando su propio espacio.
Cada miembro se vuelve más independiente y pueden surgir conflictos: «Estas luchas de poder se producen entre las personas que se aman por encontrar su libertad y responsabilidades fuera de la relación. Comienza un interés más individual y encontrar el equilibrio en esta fase es crucial para lograr alcanzar la siguiente etapa.
Si has llegado hasta aquí en una relación, solo queda el crecimiento mutuo, donde ambos se aceptan, con sus diferencias y entienden la propia individualidad. «Si se aprende a vivir con cada una de estas discrepancias, buscando espacios en común y se fortalece el compromiso, la intimidad y los lazos afectivos, es el comienzo de un amor maduro», concluye Silvia Sanz, terminando así su resumen en cuanto a las distintas etapas que se pueden llegar a vivir dentro de una relación de amor.