Cayó en una trampa maldita. El empresario Julio César Aguirre Alegría (46) se convirtió sin querer en un blanco fácil y acabó muerto a manos de la delincuencia. Él ostentaba una vida de lujos y despilfarro con bellas mujeres extranjeras y acabó “pepeado” por una exuberante venezolana que además, junto con dos cómplices, lo torturaron y asesinaron para robarle más de 70 mil dólares, una colección de relojes, entre otros bienes de su vivienda, en Santa Anita, Perú.
Por Trome
Julio Aguirre Alegría, llegó a las 5:30 de la tarde acompañado de la bella joven venezolana, a bordo de su auto negro con lunas oscuras de placa BPY-004, a la mz. C en urbanización Villa Santa Anita. Él llevaba una bolsa con sixpacks de cerveza y subieron coquetamente al departamento del hombre de negocios, ubicado en el cuarto piso. En los pisos inferiores vive la familia de él y no se percataron del hecho porque la víctima subió por una escalera independiente.
Allí empezaron a tomar algunas latas de cerveza y él hasta se atrevió a tomarse un “selfie” con su guapa acompañante y enviarle la foto a su selecto grupo de amigos, con quienes comparte la afición a la crianza de gallos. En medio de las bromas y brindis con latas de cerveza, ella lo drogó con un poderoso somnífero suficiente para dormirlo en tan solo unos minutos. Una hora más tarde, dos jóvenes, también venezolanos, ingresaron sin problemas hasta el cuarto piso y se encargaron de amarrar con cinta de embalaje los pies y las manos hacia adelante al hombre de negocios. Enseguida y como si fuera un paquete, le envolvieron toda la cabeza con la misma cinta y lo dejaron sobre la cama. De esta manera murió asfixiado.
Luego buscaron por todo el departamento y hallaron más de 70 mil dólares, una colección de 20 relojes de diversas marcas, entre ellas “Invicta”, cadenas y sortijas de oro y su celular de alta gama. Más tarde, bajaron a la calle, abrieron el auto y robaron una pistola y su billetera, que además de dinero, contenía tarjetas de crédito, entre otros documentos. A las 9 de la noche, llegó un auto y recogió a los asesinos. Luego escaparon.
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