Los enroques del gobierno usurpador están adelantádose para sincerar el dominio de los hermanos Rodríguez. Sacan a Carmen Meléndez de ua gobernación, como la de Lara, a la que se vio forzada, porque no le gusta lidiar con los problemas sociales y económicos de abajo, y ella deja a un sucesor que nadie eligió, bien atornillado. Va a parar al despacho del Interior donde estaba cómodamente instalada para la refriega represiva, pero de repente el almirantísimo Remigio Ceballos Ichaso la sustituye, quien no logró Defensa porque los cubanos insistieron con Padrino López, pero le dejaron el ministerio del Interior, ya que, como Comandante Estratégico-Operacional o jefe de lo que llamamos Plan República, se la llevó de mil maravillas con Jorgito. Otro Jorge de apellido Arreaza, el yerno eterno de Chávez, les fue útil a los cubanos por fofo, y fue movido a un ministerio ocioso, porque no hay industria ni producción nacional, y Delcy Eloína, agente consagrada de los comunistas cubanos, elevó a la cancillería a Félix Plasencia, su ataché, por lo que temblarán los embajadores, cónsules y demás funcionarios diplomáticos del mundo, ya que otras ramas del nepotismo imperante esperan su turno. Eduardo Piñate, otrora ministro de lo que denominan el proceso social del trabajo, le dieron hasta con el tobo en la OIT, y lo pasaron a Educación, pero recientemente lo rasparon con la promesa de una gobernación, donde él quiera. ¿Total? Es pana de Nicolás Maduro, desde hace siglos.
Los pranes tienen ya la vicepresidencia de la Asamblea Nacional espuria, con doña María Iris Varela, siendo sustituida por una figura menor, porque sigue mandando en las cárceles y gerenciando la delincuencia nacional. Luce como la duquesa de Alba del régimen, pero al revés. Sin embargo, ese pranato, reclamaba un ministerio por todo lo alto. Y aparece como estrella fugurante en el firmamento, Yelitze Santaella, la deltana que después de saquear la gobernación de su estado natal, la mandaron para el estado Monagas, mejorado su propia receta. Represora por excelencia del oriente del país, desde que integró la comisión de Finanzas del PSUV, perfeccionó las artes del saqueo y, en ese reparto del poder al que internamente es sometido Nicolás Maduro, le toca irse a Caracas y ocupar el ministerio que le dejaron a Diosdado Cabello. Nada más y nada menos que el de Educación, donde sus predecesores barrieron con los gremios. Por cierto, valga recordar, barrieron con un magiterio también de figurines adecos y copeyanos que por todos estos años se acomodaron y amoldaron, y apenas la oposición real medio asoma la cabeza con algún éxito, salen de sus escondrijos para volver cuando la cosa esta fea, colaborando de nuevo con los verdugos.
Los monaguenses sabemos muy bien del oficio de la Santaella, gobernadora importada que hundió en la miseria a nuestra entidad federal, metida en cuanto guiso hay o está por haber, contando con su propio ejército de malandrines. Ella utiliza los servicios policiales y de contra-inteligencia del Estado para los asuntos menores, pero aquellos que son mayores los delega en su propia guardia personal, conformada por pranes que, a su vez, les permite desarrollar sus propias mafias. Ahora, le tocará dictar cátedra, nada más y nada menos, que en el ministerio del poder popular para la Educación, correspondiéndole raspar la olla de lo que queda. Esta Santaella, acabará con lo que queda y, seguramente, profundizará en la perversa pedagogía del Estado Criminal. Así que están de plácemenes los pranes del oriente del país, ofertando sus servicios a los del resto del país, porque tienen mucho que enseñar desde un ministerio tan importante como Educación.