Y vienen las elecciones, y el G-4 no tiene más remedio que lanzarse al ruedo, aunque aquello parezca, más bien, un extracto de la célebre novela “Crónicas de una Muerte Anunciada”. Es que no tienen para donde agarrar: si deciden ir, el Voto Castigo se prevé abrumador, y si a eso se le suma la deslegitimación del interinato (ya bastante golpeado), la situación poselectoral se adivina, cuando menos, calamitosa. Pero si no vana elecciones, la desbandada de militantes y activistas será ominosa. Al fin y al cabo, son partidos políticos, no grupos guerrilleros; el grueso de sus filas está compuesto por gente que cree en el sufragio (aunque no existan condiciones) o hacen de los eventos electorales un modo de vida, o al menos un “resuelve” navideño.
En ese contexto tan complejo y desalentador… lo que menos ayuda a los partidos miembros del G-4 es encerrarse en sí mismos e intercambiarse apoyos en las candidaturas como si de barajitas se tratase. Al fin y al cabo, para que la alianza funcione se necesita la colaboración de las demás organizaciones que hacen vida en la causa democrática, so pena de un ostracismo que levante muros aglutinadores de descontentos, un aislacionismo que termine por crear una nueva oposición… y no es que esa teórica tercera ramificación de las fuerzas opositoras vaya a ser más fuerte que el G-4, pero definitivamente le resta potencia y capacidad de convocatoria… Dicho sea de paso, últimamente la mayoría de sus actividades de calle (no entraré a discutir sobre la irresponsabilidad de tales actos en plena pandemia) se circunscriben exclusivamente a la asistencia de las estructuras partidistas… hace tiempo que no se ve sociedad civil por ahí… salvo que vayan pasando y se acerquen por curiosidad… Así, además de beneficiar al chavismo, es poco el bien que la repartición de candidaturas entre los miembros del G-4 traerá para sí mismos, y para la causa democrática
Abrir espacios, ceder candidaturas, ganar apoyos y renovar lazos.
A veces perdiendo también se gana, y nunca aquello fue más aplicable que en la actualidad, donde, ante lo que se viene, nunca fue más útil andar juntos (sin estar revueltos). Conviene al G-4 abrir paso para que otras organizaciones políticas también se vean representadas, revivificando así el espíritu de cuerpo y la hermandad entre gente de comunes valores, que ante un enemigo tan colosal como lo es el chavismo, deberían permanecer unidos, luchando codo a codo, compartiendo victorias y fracasos estacionales, amalgamando fuerzas y sumando voluntades de cara a un último y anhelado objetivo: la libertad de Venezuela.
Si de elecciones se trata, no es tiempo de pelearse por los mejores camarotes de un barco que se hunde, sino de compartir los salvavidas equitativamente, para mantener vida la esperanza y seguir luchando el día después.
Dios bendiga a Venezuela.
@VJimenezUres