Enrique Viloria Vera: Turbulencia en la Universidad Metropolitana (Unimet)

Enrique Viloria Vera: Turbulencia en la Universidad Metropolitana (Unimet)

He envejecido para todo, menos para el asombro. Chesterton

Con estupefacción e incredulidad leo y releo par de mensajes emitidos por el rector saliente y por el Consejo Superior de la Unimet. En el primero se explica detalladamente los motivos para su renuncia, además de las de otras dos autoridades rectorales. En el segundo – como si nada grave hubiera pasado -, el Consejo agradece sus años de eficaz desempeño y expresa sus mejores deseos por el éxito de sus próximas actividades fuera del seno de la institución.

Inquiriendo, me enteró que todo este enredo institucional se debió a la aplicación de las recomendaciones efectuadas por la consultora gerencial McKinsey en relación con la visión estratégica de la universidad, lo cual me merece un par de comentarios personales sobre la consultora y la universidad.





A la llegada de la consultora a Caracas a comienzos de los 80 del siglo pasado, me encontraba desempeñando el cargo de Gerente de Organización de Pdvsa, por invitación del General Alfonso Ravard. Fueron muchos los proyectos en que fungí de contraparte de diversos estudios contratados por la casa matriz a tal punto que su director en USA comentaba a los nuevos llegados a la consultora que pocos la conocían tanto como yo. Por esa razón fui invitado a uno de los encuentros de reflexión de su personal en la isla de Saint Marteen sobre Qué es lo malo y lo bueno de McKinsey.

Posteriormente, por sugerencia del entonces Presidente del Consejo Superior, Julio Sosa, fui designado Decano de Economía y Ciencias Administrativas, luego de Posgrado. Igualmente me tocó fundar el Centro de Estudios Uslar Pietri, así como coordinar la Cátedra Venezuela, combinando esa actividad gerencial con el dictado de varias materias en el pregrado, en el posgrado y en los diplomados que organicé en el Uslar.

No conozco los detalles y pormenores de esta inaudita situación que ha generado una turbulencia y un desacomodo institucional en mi segunda Alma Mater. En todo caso, siempre he creído que el consenso es mejor que la imposición, la democracia mucho más que el autoritarismo, y que es sano respetar la imagen que durante 50 años ha creado esta prestigiosa institución de fama nacional e internacional, y que no traslademos la manera de gobernar al país al recinto universitario.

Mis respetos a las autoridades salientes y a los miembros del Consejo Superior, con la firme esperanza de que todo sea para mejor.