Amina Mahdi da una clase de ciencias a niños agrupados en el suelo de su casa en una aldea aislada de la provincia de Hodeida, en el oeste de Yemen, donde la guerra y la miseria han alejado a muchos niños de la escuela.
Pese al calor y cierto hacinamiento, los alumnos escuchan con atención a su maestra. Para estos niños y niñas se trata de la única posibilidad educativa en una aldea del distrito de Al Tuhayta.
Inclusive, Amina Mahdi ya enseñaba a los niños del poblado a leer y escribir antes de 2014, cuando estalló el conflicto en Yemen, devastando todavía más al país más pobre de la Península Arábiga.
“Lo que me impulsó hacia la educación ha sido el alto índice de ignorancia (y analfabetismo) en el poblado, y que los niños estuvieran privados de acceder a la instrucción”, indicó a la AFP.
Con decenas de chicos bajo su responsabilidad, Mahdi los ha dividido en tres grupos de acuerdo a sus edades, brindando a cada uno dos horas diarias de clase. Además de aprender a leer y escribir, los niños también estudian matemáticas y otras ciencias.
Por supuesto, Mahdi tiene centenares de libros apilados en un único estante, pero asegura que no está suficientemente equipada. “El sol y el calor provocan muchos daños”, destaca la joven, cubierta por completo con un velo negro.
Un violento conflicto enfrenta desde hace siete años en Yemen al gobierno, respaldado por una coalición militar internacional liderada por Arabia Saudita, con los rebeldes hutíes chiitas, apoyados por Irán. Estos últimos controlan la capital Saná y grandes territorios en el norte y oeste del país.
– “Lugar público” –
Decenas de miles de personas, sobre todo civiles, han muerto en esta guerra y millones fueron desplazadas, en la peor crisis humanitaria del mundo de acuerdo la ONU. Este país se encuentra amenazado por una hambruna a escala enorme, que podría provocar la muerte de centenares de miles de niños.
Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), más de 2.500 escuelas en el país han quedado inutilizables, ya sea destruidas, convertidas en centros para refugiados o instalaciones militares.
La ONU calcula en unos dos millones los niños sin escolarizar, inclusive antes de que comenzara la pandemia de covid-19, por lo que advierte que es muy probable que este número aumente.
“Gracias a la señora Amina, ahora sabemos leer, escribir y aprendemos”, afirmó a la AFP uno de sus alumnos, Ibrahim Muhib.
Su padre, Mohamed Muhib, no se arrepiente para nada de haber enviado allí a sus tres hijos. “Allí han estado escolarizados desde el primero hasta el cuarto año, y gracias a Dios ella hizo un gran esfuerzo para educarlos”, señala con reconocimiento.
Pero, la maestra confiesa que ya casi no puede soportar esta carga ella sola, y pide a “almas caritativas” que la ayuden a “brindar alegría a estos niños que no asisten (realmente) a una escuela”.
Su gran ambición: construir “una verdadera escuela”. “Mi casa no es suficientemente grande. Y se ha transformado en un lugar público en el cual ya no me siento en mi hogar”, concluye.
AFP