Un buen tiempo atrás, nos pidió una periodista que le ejemplificara la deseada aspiración a la autonomía universitaria. Y le pareció un poco exagerada la respuesta: también lo será la casa de estudios que cuente con un satélite artificial o un cupo satelital propio, podrá defender mejor su libertad de cátedra y autonomía.
Le pareció a ella, sencillamente, imposible, aunque le insistimos que la única relación con el Estado sólo concierne a la seguridad y defensa de la nación. La entrevista salió publicada, excepto la alusión autonómica.
Ahora, nos permitimos agregar otros ejemplos, como el de los gremios que conforman la comunidad universitaria, lo suficientemente autónomos, conscientes de sus fines y capaces de defender esa autonomía. ¿Por qué el liderazgo universitario muy poco hace para defender todas y cada una de las casas de estudios? ¿Por qué de la inexistencia práctica de las asociaciones estudiantiles profesorales y de las mismas autoridades? ¿Se les ha explicado a obreros y empleados cuán lejos llega la manipulación oficialista?
Algo difícil defender la autonomía si no tiene quien y quienes la defiendan en los hechos, pero también quien y quienes la piensen. El diagnóstico harto convencional, deriva en una estrategia errada y, lo que es peor, va acentuando una cierta predisposición al entreguismo o colaboración con los agresores.
La Universidad Simón Bolívar, es necesario reconocerlo, ha contado con el coraje, las ideas y las iniciativas, pero también con la habilidad e imaginación de sus mejores defensores para defenderse: el profesorado organizado, presidido por William Anseume. Y, hay que admitirlo, el contraste es dramático ante lo que ocurre con el resto de las universidades venezolanas, incluyendo las privadas.