Según la Encuesta de Condiciones de Vida, en Venezuela sólo un tercio de las mujeres están activas económicamente, no por falta de destrezas, sino porque las labores domésticas y la educación de los hijos recaen sobre sus hombros.
En Venezuela, un 20% de la producción agrícola está a cargo de una mujer, según datos de la agencia de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO, pero en los últimos años, la crisis humanitaria ha provocado que más féminas se dediquen a trabajar la tierra para garantizar la comida en su hogar.
Por Adriana Núñez Rabascall | VOA
Desde hace 20 años, Martha Gutiérrez cultiva frutas y hortalizas en un terreno cerca de su casa. Pepino, lechuga, papas y zanahoria se extienden en su huerto. Aprendió el oficio gracias a su padre, y hoy, sin empleo, con dos nietos y una hija con ingresos esporádicos, saber usar el arado que le ha salvado de pasar hambre.
“Horrible. No se puede comprar nada. ¿Cómo uno compra sino trabaja?”, se pregunta Gutiérrez, de 62 años.
Este 15 de octubre, la ONU celebró el Día Internacional de las Mujeres Rurales para destacar el rol decisivo que ejercen damas como Martha, a fin de velar por la seguridad alimentaria. Una labor que es cada vez más compleja en Venezuela, dada la hiperinflación.
“No tenemos para (comprar) las semillas, no hay quien trabaje la tierra, porque a nadie le gusta. Nos intercambiamos semillas por comida, por el maíz, por caraotas”, detalla Gutiérrez.
María Gallardo también se crio en el campo, frente a un conuco. “Eso me ha servido para ayudarme con lo que nosotros cosechamos para comer”, relata Gallardo, madre de dos niños.
Lo que siembra no sólo va a parar a su mesa, también lo vende para garantizarse otros alimentos que no puede pagar. “Compro unos pedacitos de queso, arroz, pasta, huevo”, cuenta Gallardo, de 30 años, quien forma parte del programa “Siembra en tu casa” que capacita a mujeres para trabajar la tierra. Los vegetales que extraen también son usados para preparar almuerzos que se reparten a niños de una zona rural, a 45 minutos de Caracas. El proyecto fue creado hace dos años para aliviar a las precariedades que se viven en comunidades lejos de los centros urbanos, donde no hay acceso a comercios.
“Para ellos ha sido un beneficio tener la cosecha al lado de su casa. Primero, por la parte económica, después, la parte de transporte y luego la comodidad, porque ellas son padres y madres a la vez. Eso les ha solucionado parte de su situación que es bien difícil “, explica Pilar Apitz, Coordinadora de educación de la ONG Acción por Venezuela.
En Venezuela, según la Encuesta de Condiciones de Vida, sólo un tercio de las mujeres están activas económicamente, no por falta de destrezas, sino porque las labores domésticas y la educación de los hijos recaen sobre sus hombros; una situación de la que no escapan quienes viven en poblaciones rurales.